Opinión
Igualdad
La sentencia del Tribunal Supremo que ha levantado ampollas en las tertulias televisivas por la que los divorciados con hijos perderán el derecho a la vivienda familiar si conviven con una nueva pareja a mí me parece muy correcta. Como lo leen. Entiendo que existe una desigualdad, siempre, entre el que se queda la casa y el que no, tras un divorcio y que, aunque es lógico que el que convive con los hijos en ella pueda tener el usufructo hasta que estos sean mayores de edad, existen algunas que otras excepciones.
Por ejemplo, que quien se quedó en la casa rehaga su vida. ¿Por qué? Sencillamente porque si lo hace, lo lógico sería que la persona que comparte con ella esa vivienda, pague la parte que disfruta, es decir, la que deja de utilizar el excónyuge de su pareja. Los motivos por los que se haya roto el matrimonio son irrelevantes para la cuestión que se plantea. Tanto si el que ha roto es un miembro de la pareja como el otro, o si el que rompe lo hace para irse con otra persona, lo que está claro es que, el que se queda con la casa para mantener en ella a los hijos debe entender que si entra un actor nuevo en juego, es necesario que también aporte su parte correspondiente. De no ser así, siempre hay uno que lleva las de perder.
Porque hay quien se rasga las vestiduras y asegura que, entonces, quien se queda en la casa, nunca podrá rehacer su vida pero ¿podrá rehacerla el que se va, que tiene tiene que afrontar los gastos de otra vivienda más? La igualdad es la igualdad y hay que promoverla en todas partes.
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