Opinión
Abascal
España otra vez ha sido más fuerte que sus enemigos. El 28 de abril reconquistara su futuro». Además de toda una tarjeta de visita ante lo que será su línea de campaña es la única declaración pública en este caso vía «Twitter» efectuada por Santiago Abascal desde que Sánchez anunciara este viernes la fecha de los comicios generales. No será hasta hoy por la tarde, en el foro organizado por este periódico, cuando tengamos las primeras impresiones sobre el auténtico recorrido a partir de ahora del líder de una formación que puede certificar dentro de cuarenta días la defunción casi definitiva del bipartidismo en nuestro país. Y surgen en este punto algunos interrogantes en forma de «miuras» por torear en torno al partido de Abascal que pide paso como quinto actor de nuestro escenario político y que probablemente se irán desvelando en los aledaños de la cita del «28-A», más clave que nunca para el futuro de una nación con siglos de historia y la del «26-M», que puede poner patas arriba todo el poder territorial.
La primera incógnita pasa por la verdadera talla del Abascal líder, al que desde la trinchera adversaria trata de identificarse con el marchamo de referentes del populismo europeo que han llegado a las instituciones a lomos del cabreo general, pero que se han quedado en la idea destructiva y antisistema sin más recorrido que el veto y el histrionismo. Frente a ello la primera respuesta del líder de VOX ha sido satisfactoria permitiendo el ansiado cambio en Andalucía, pero es sobre todo ahora cuando en términos reales, con dos campañas por delante, pactos y entrada en hemiciclos y ayuntamientos, habrá de reivindicarse como auténtico referente con sentido institucional y de estado frente a quienes tratan de ubicarle entre el elenco de «frikis» del populismo continental.
Un segundo y poco sencillo miura pasa por acotar el verdadero margen de VOX o, para ser más explícitos, si ha llegado para quedarse y si es así, para qué. Una cosa es echarse acertadamente a un lado para permitir el cambio andaluz y otra muy distinta es retratarse –y esto va a ocurrir en no pocos contextos tras las distintas elecciones– a propósito de si se tiene verdadera vocación de gobierno. El orden lógico de crecimiento hubiera sido una entrada con fuerza en las citas territoriales y europeas de mayo para afrontar posteriormente y con todo impulso el asalto a los cielos nacionales, pero el orden se ha cambiado y toca faenar en las ventas antes de pasar por Ronda. El tercer «astado» que aguarda a Abascal es el señor D’Hont que penaliza de forma inmisericorde de no ser primera o segunda fuerza. La experiencia sufrida por otros recuerda que un partido con dos millones de votos puede no llegar a los veinte escaños. Es cierto que VOX arrasa en todos sus actos públicos –he sido testigo presencial del de este sábado en Cuenca–, pero eso por el momento, más que mucha cantidad, lo que confirma es mucha movilización, lo cual no es poca cosa. Frente a tanto miura parte Abascal, sin embargo, con una ventaja, la de ser la opción de convicciones más inconfundibles. Principios firmes como el casco de un rompehielos. Tampoco eso es cosa menor.
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