Opinión

La elección de Rivera

Días atrás Albert Rivera tuvo sobre la mesa de su sede madrileña de la calle Alcalá un “tracking” con los siguientes resultados: PSOE 24%, PP 20%, Cs 19%, Podemos 15% y Vox 12% de los votos. Con esos datos, el líder naranja lo tuvo claro: era el momento de extender a todo el PSOE su veto inicial a Pedro Sánchez para conformar Gobierno tras el 28-A. Se trata de un intento de despejar las dudas sembradas por Pablo Casado, que había arrancado la larga carrera electoral alertando de los peligros de entregar la papeleta a Rivera, a quien retrataba como un líder deseoso de aliarse al socialismo. Pero además evidencia las ganas naranjas de dar la batalla en el centro-derecha. Solamente las urnas dirán si resulta efectiva la fórmula de buscar prioritariamente arrebatarle votantes a los populares en su terreno, renunciando, al menos momentáneamente, a conquistar a los socialistas hartos del sanchismo. Las cuentas de Cs indican que 7 de cada 10 votos le llegan del PP.

Albert Rivera necesitaba elegir su campo de juego. La “neutralidad” o, mejor dicho, la capacidad de pactar a izquierda o a derecha, virtud de la que ha hecho siempre gala su formación, es mortal en campaña. La polarización consustancial a toda lucha electoral, mayor en estos tiempos, obliga a huir de las tierras de nadie. Lo comprobó Rivera en carne propia en 2015 cuando, ante la desconfianza del elector de uno y otro lado, se desangró en pocas semanas. Rivera estaba ahora preso en una suerte de sándwich. Le golpeaban por igual Pedro Sánchez por la foto de Colón y Pablo Casado a cuenta de la desconfianza --extendida por todo el PP, dicho sea de paso-- sobre sus posibles pactos. Tenía que elegir. Y ha decidido apostar por seducir a los españoles que están en ese espacio que el PSOE, simplificando, desprecia como “las derechas”. ¿Eso supone que Ciudadanos va a renunciar a ampliar su punto de mira? Para nada. Rivera sabe bien que en la campaña habrá muchos asuntos que ocupen la atención de los ciudadanos. Y quien sea capaz de detectarlos correctamente tendrá posibilidades de crecer. Por ello, desde la moderación, sin renegar a su identidad, buscará ocupar espacios centrales que quedan políticamente huérfanos.