Opinión
Manuel Hidalgo: "El 60% de la investigación que se publica no se puede reproducir"
Ha sido director del Programa de Investigación Clínica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) durante siete años, del que salió con bastante polémica y enfrentado con la actual dirección del centro. Ahora es profesor de Medicina en Harvard y jefe de la División de Hematología /Oncología en el Centro Médico Beth Israel Deaconess en Boston donde sigue investigando en nuevo tratamientos contra los tumores de páncreas, su especialidad. Hablamos con él de su trabajo, de su paso por el CNIO y de los recientes casos de falta de transparencia en la investigación médica.
Pegunta.- En breve ocupará el cargo de jefe del Servicio de Hemato-Oncología Médica del New York Presbiterian Hospital, de la Universidad de Cornell. ¿Qué le ha llevado a ese nuevo cambio?
Respuesta.- Sí, voy a estar en la Facultad de Medicina de la Universidad es Cornell, que se llama Weill Cornell Medical College (WCMC), como catedrático y voy a ser jefe del Servicio de Hemato-Oncología del New York Presbiterian Hospital, el centro asociado a la facultad. Cornell tiene un proceso de expandir e invertir mucho en Oncología porque tienen un centro de cáncer y quieren lograr la designación por el Instituto Nacional del Cáncer, por eso hay una apuesta muy fuerte para potencia la atención tanto en Oncología como en Hematología y mi papel va a ser crear toda la infraestructura clínica para lograr eso. Es un proyecto nuevo, ambicioso y que es muy apetecible.
P.- Ha participado en el desarrollo clínico de numeroso medicamentos antitumorales ¿está involucrado ahora en alguna investigación que pueda adelantarnos?
R.- Mi carrera ha sido fundamentalmente en el desarrollo de fármacos, me he centrado mucho en cáncer de páncreas y ahora básicamente sólo trabajo en eso. Ahora estoy haciendo ensayos clínico con unos ocho, diez fármacos. Hay uno que se llama PL8040 que es inmonumodulador, y la inmunoterapia está muy de moda pero en cáncer de páncreas no hemos encontrado aún el mecanismo por el que funcione y este fármaco parece que tiene, en los estudios iniciales que hemos hecho en en pacientes, actividad y es uno de los que tiene mayor interés. Otro en el que también estoy muy involucrado se llama Graspa, es de una compañía francesa que se llama Eritech y este es una formulación asparaquinasa pero que se administra dentro de eritrocitos, es decir, coges sangre del paciente y por choque osmótico metes el fármaco dentro del eritrocito y lo que le das al paciente es una transfusión. Graspa tiene estudios iniciales una actividad interesante y estamos haciendo los de registro.
P.- ¿Por qué es tan difícil avanzar en este tumor? ¿Cuál es el problema?
R.- Es una mezcla de problemas: primero, el diagnóstico tardío. Segundo, que es un tumor con una estructura genómica en la que hay pocas dianas terapéuticas; tercero, es muy importante el estroma, todo lo que rodea al tumor, tiene un papel inmunosupresor que dificulta la llegada de fármacos. Además, son tumores muy hipovasculares por lo tanto los fármacos no llegan, tiene tendencia a metastatizar... todo ello hace que sea un tumor que se diagnostica tarde y que no responde a nada. Y en eso estamos.
P.- Tras la irrupción de la inmunoterapia y las CAR-T, ¿qué será lo próximo?
R.- Las CAR-T están aprobadas para neoplasias hematológicas, para tumores sólidos aún no, pero hay mucho interés en desarrollarlas. Lo que pasa es que, a diferencia de un fármaco que es muy complicado hacerlo, las CAR-T son difíciles pero puedes hacer las tuyas propias en tu laboratorio. Es caro pero no excesivamente complejo. Estamos trabajando con algunos laboratorios farmacéuticos pero también tenemos un proyecto interno de crear nuestros propios linfocitos genéticamente modificados, que no son exactamente CAR-T, y que están inoculados con el receptor T cel. Todo ello en páncreas.
P.- ¿Hay alguna forma de que estos nuevos tratamientos no sean tan caros?
R.- Ese es un grave problema. Efectivamente, son terapias eficaces pero los precios son altísimos y creo que para los sistemas de seguro, ya sean públicos o privados, con la frecuencia tan alta que tiene el cáncer se va a convertir en un tapón de botella y es posible que haya pacientes que no lleguen a recibir estos tratamientos por cuestiones económicas, lo cual es bastante lamentable y algo que debemos evitar. Para mi la primera pregunta es por qué cuestan tanto, y esto es así porque cuesta mucho desarrollarlas, por eso simplificar el desarrollo disminuiría el coste. También porque la patente es corta, entonces las compañías tienen que recuperar mucho dinero en muy poco tiempo con lo cual, si estas patentes se extendiesen y el desarrollo se acortase y abaratase quizás los precios pudieran ser más bajos. Esa es una idea. Otra es que, si bien es cierto que funcionan en muchos pacientes, en otros no entonces un sistema de reembolso en el que sólo se paga en aquel paciente que funciona sería también algo a explorar. Igual que si tu compras una tele y no funciona vas y la devuelves ¿no? Pues lo mismo, un sistema en el que haya un periodo o una cierta garantía de que va a funcionar y sino el precio se reduce o es más bajo.
P.- Pero eso ya existe... ¿no son los acuerdos de riesgo compartido?
R.- Eso es, pero yo no sé hasta qué punto se están aplicando. Aquí en EE UU poco. Igual en España, como el sistema público es tan potente se hace más, no sé. Pero creo que ser creativo en eso es importante.
P.- Durante unos años estuvo al frente del Programa de Investigación clínica del CNIO. ¿Cómo calificaría la investigación que se hace en nuestro país?
R.- El principal problema de la investigación básica es que está muy poco financiada. Aunque hay gente muy brillante tienen poca financiación y eso hace que sea difícil el avanzar. Creo que también está excesivamente politizada y eso hace también que, si hay pocos recursos, los que hay se empleen mal. La Medicina Clínica es de un nivel buenísmo. Muy muy bueno tanto ahora o si miramos los últimos 15-20 años. Pero los próximos 15 o 20 no estoy seguro de que se vaya a mantener el nivel por dos razones: la fragmentación de la Sanidad por las regiones; y el hecho de que hay excesivos programas de formación en centros que no tienen suficiente volumen ni capacidad para formar a los residentes bien, con lo cual en los próximos 10 años nos podemos encontrar con una generación de médicos peor formados que los de mi época. La investigación con pacientes también está a un nivel muy bueno y cada día mejor, pero toda ella está financiada por la industria por eso ahí hay más recursos.
El problema es que la gente que toma las decisiones son personas que no han hecho nunca investigación está excesivamente politizado en mi opinión.
P.- Su salida del CNIO fue un tanto rocambolesca...
R.- A mí la directora actual me echó. Hubo mucha atención mediática porque tengo una financiación europea importante y he sido -junto a José Baselga, que también ha tenido sus problemas- el único oncólogo español con una European Research Cancer Grant. Yo la tenía en CNIO, me quería quedar allí y Harvard tenía eso arreglado pero la doctora Blasco, que es una de esas directoras politizadas, no me dejó quedarme. Después me largaron y me tuve que ir.
P.- ¿Qué relación mantiene a día de hoy con el CNIO? ¿Mantiene algún proyecto?
R.- Todo el proyecto lo trasladé al Hospital de Fuenlabrada donde nos ha costado mucho sacarlo adelante, pero ha salido y de hecho va muy bien. Y en el CNIO sigo teniendo amigos, sigo colaborando con Nuria Malats o Mariano Barbacid pero a nivel de investigador con investigador. Con el centro no tengo ninguna relación y mientras siga esta dirección no la voy a tener porque no acabamos bien. A mi me echó, Alfonso Valencia se fue, a Manuel Serrano también medio lo echó y se fue, Ervin Wagner también se acaba de ir. Yo no sé a lo que juegan.
P.- ¿Cómo valora la experiencia en CNIO?
R.- Cuando yo llegué, que María aún no era la directora, era un centro buenísimo, había un ambiente excelente, se trabajaba mucho y muy bien y Mariano, con todas sus peculiaridades, creo que era un excelente gestor. Después le dieron el puesto a una persona que no cumplía los criterios para ocupar el cargo porque no tenía experiencia como gestora, cosa que Mariano si tenía y sabía como gestionar grande equipos, María sólo había gestionado un equipo de 10 personas y así le ha ido, que ha sido un desastre. Yo creo que el centro está exhausto, la mitad está cerrado si no más, y ella está todo el día en la tele hablando del envejecimiento y no sé que más. A pesar de todo, sigue siendo el centro de investigación de cáncer básico más importante.
P.- Grandes nombres de la investigación en nuestro país (Baselga, López Otín...) se han visto salpicados recientemente por controversias de distinto tipo a propósito de cuestiones éticas en el campo de la investigación. ¿Qué opina al respecto? ¿Se necesita más transparencia?
R.- Creo que son casos distintos: el de José fue un problema de que, efectivamente, había unas normas de transparencia que él, creo que sin mala intención, no cumplió, y que nada de eso afecta a su investigación o los datos de éstas, pero alguien le quiso sacar eso -lo hicieron en la portada del NY Times- y él mismo reconoció que estaba mal. Y ya está. Creo que la transparencia es importante, sería bueno si hubiera unas normas más universales porque cada institución tiene las suyas y cada centro te permite hacer unas cosas y otro no... Sobre todo cuando publicas cosas, tienes que contar que has ganado dinero con ello para que la gente lo sepa y, no pasa nada. Lo de Otín es distinto porque a él le han retractado una serie de trabajos (curiosamente todos de la misma revista), y yo no me he leído los datos pero personalmente me cuesta muchísimo creer que haya hecho ningún tipo de manipulación de datos grosera. No me lo creo. Ha podido haber alguna figura que no sea perfecta, pero a mí me extraña mucho que haya sido adrede y que afecte a su investigación. Me parece una persona totalmente íntegra. Esa es mi opinión.
P.- ¿Cree que se está haciendo una caza de brujas o que unificar esos criterios de transparencia es lo que está haciendo que pase esto?
R.- Creo que el verdadero problema es que si que hay mucha mentira por ahí fuera porque sabrá que un 50-60% de la investigación que se publica no se puede reproducir. Usted me pasa su receta de tortilla de patatas la hago yo y me sale un arroz. Pues eso es el 60% de la investigación, y es un problemazo. También puede ser que se estén publicando cosas que no son ciertas. En Harvard ha habido un escandalazo en Cardiología con un profesor que llevaba 10 años inventándose todo lo que publicaba. El daño que eso hace a la sociedad, a los pacientes y a las instituciones es muy alto, pero no me atrevería a decir que hay una caza de brujas., aunque hay gente que está haciendo carrera de esto, de perseguir investigadores y de ver qué pueden sacar. Hay un poco de todo. Sí que es cierto que con la transparencia y la fidelidad de la investigación hay un problema.
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