Opinión
España y sus volantazos
¿Se acuerdan? Hace un año por estas mismas fechas el gran tema nacional era la amenaza de una fuerte patada al tablero político vía moción de censura tomando como justificación la sentencia de la Gürtel. El primer aniversario de aquellos días lo vivíamos anoche, cerrando un ciclo electoral que probablemente no vuelva a llamar a nuestras puertas hasta dentro de cuatro años y asistiendo a hechos en algún caso impensables hace tan solo 360 días. Por un lado, vistos los resultados en los comicios municipales y autonómicos la confirmación de que, al poder consolidado por izquierda y nacionalismos en el ejecutivo y el legislativo tras las generales del 28-A, se suma a partir de hoy un mapa de España donde el color rojo de puño y rosa que no morado prevalece de manera discreta ante las tonalidades azules y naranjas con algún matiz verde, en el reparto general del poder territorial. Lo de ayer viene a ratificar que en España los volantazos políticos obedecen a coyunturas muy determinadas. De igual manera que, vistos los resultados de las elecciones europeas, el gran proyecto de progreso y convivencia del viejo continente se verá seriamente cuestionado por un nuevo Parlamento en el que los populismos de todas las tonalidades vaticinan una Eurocámara en la que frikis y nacional-oportunistas competirán por fagocitar con su propaganda y ocurrencias circenses la luz de los focos mediáticos.
Este es por lo tanto el panorama apuntalado ayer domingo, un año después de la moción de censura y a la espera de una investidura a Sánchez que no será inmediata, pero, no nos engañemos tampoco será traumática.
El PP paró el golpe, volvió a bajar en votos pero recuperó parte de lo fugado a VOX, tampoco sufrió sorpasso de Ciudadanos y conservando las plazas autonómicas donde gobernaba reconquista además Madrid. Podemos va camino de ser contemplado con microscopio y las grandes plazas entregadas a la izquierda radical vuelven a gobiernos de la «casta»,
La fragmentación de la derecha ha vuelto como se esperaba a pasar factura, pero sin los estragos de la ley D’Hont el pasado abril. De hecho el tripartito de la derecha apunta a reeditar en importantes capitales la experiencia andaluza. Es por lo tanto el futuro del PP y de su actual líder lo que abre la principal incógnita no exenta de vértigo en una formación que –a diferencia del PSOE frente al flanco único de Podemos– sufre la sangría por dos de sus costados. Casado dice querer seguir de acuerdo con la legitimidad que entiende en su mandato, pero desde hoy mismo el coro cainita de la derecha comenzará a hacer oír su trino. Al tiempo. La disyuntiva no es fácil para un partido que siempre tuvo vocación de gobierno pero que ahora corre el riesgo de convertirse en referente de una oposición eunuca a nivel nacional, aunque con mucho que decir desde hoy a nivel territorial. Lo de anoche viene a demostrar porque Sánchez optó por adelantar las generales a la cita municipal y autonómica. Casado respira y el PP tras tocar fondo parece rebotar. Veremos.
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