Opinión

5G..

Los propagandistas y entusiastas de las modernas tecnologías digitales no caben de gozo con esto de la inauguración del 5G en España. Naturalmente, la compañía que ha llegado primero a ese mercado hace todo tipo de augurios futuristas para tratar de atraernos a su negocio. Y lo mismo los vendedores de teléfonos para convencernos de lo atrasados que estamos con los aparatos que ahora tenemos la mayoría de los usuarios. Da la impresión de que, si no nos pasamos al 5G, seremos poco más que hombres de las cavernas, habitantes de un mundo tenebroso incapaces de disfrutar de las promesas de la modernidad. Lo malo es que, cuando uno mira el catálogo de esos augurios apenas encuentra algo que le pueda encandilar. Se nos dice así, que podremos ver mejor la televisión en los teléfonos móviles, cosa extraordinaria, pienso yo, para ser unas imágenes tan pequeñitas. También que podremos jugar en la nube, lo que a mí personalmente me trae sin cuidado, o que podremos descargarnos ficheros a gran velocidad, lo que me parece mejor. Pero luego están las promesas que ya se verá si se cumplen, como la de que las ciudades se volverán inteligentes.
–sin que se aclare si ello afectará a su limpieza o a su contaminación–, o que los hogares serán automatizados –aunque habrá que seguir pasando la fregona, cocinando y desatascando las cañerías de vez en cuando–, o que los drones y los automóviles serán autónomos –lo que me hace temblar porque no creo que vaya a subirme a un dron y me espanta dejar la conducción en manos de un autómata que se puede quedar sin datos con cualquier corte de luz–, o también que se podrá hacer turismo desde el sillón de tu casa manejando la realidad virtual –como si la realidad de verdad no valiera nada–, o en fin, por no alargar más esto, que seremos usuarios de la telemedicina, tal vez sin el consuelo de tener a nuestro lado a un médico o a una enfermera de esos que infunden confianza ante la adversidad.

Y luego están las fantasías sobre los aumentos del empleo y la productividad. Permítanme los lectores que muestre mi escepticismo en esta materia a la vista de lo que ocurrió cuando transitamos del 2G al 3G y de éste al 4G porque las revoluciones prometidas se quedaron más bien en cosa menor. Y más en un país como España que, en estos asuntos, depende en casi todo de lo que viene de fuera. Lo sabemos: el que inventen ellos de Unamuno proporciona menos luz de la que él, inexperto en estos asuntos, creía.