Opinión

El Síndico de los borrokas

Por si a alguien le quedaba alguna duda, tampoco la figura del «Defensor del pueblo» en Cataluña puede decirse que esté descontaminada del constante gaseado de independentismo que durante los últimos años ha venido impregnando a todo organismo público o institución financiada dicho sea de paso con el dinero de todos. Rafael Ribó, militante comunista en origen o «ecosocialista» como gusta de ser definido, tal vez por aquello de pertenecer a una izquierda catalana más forjada en las tarimas universitarias y la moqueta institucional que en las fábricas y el campo aunque igualmente respetable lleva al frente del Síndico de agravios de Cataluña –el equivalente al defensor del pueblo– el nada despreciable período de quince años y hoy, a diferencia de aquel 2004 cuando accedía al cargo o sus etapas anteriores como diputado en el Congreso y en el «parlament», ha pasado de ser un decidido defensor de los derechos civiles de todos los ciudadanos y de la legalidad constitucional, a lo más parecido a un militante del secesionismo de primerísima línea amarrado a las instituciones. Resulta que tras diez negros días en Cataluña y con unas cifras impensables hasta para los más pesimistas de centenares de heridos, más de doscientos detenidos y episodios de pillaje sin precedentes, el «Sindic de greuges» avisa a quienes quieran oír, de informes bien elaborados y en trámite de ver la luz sobre la desproporción de las acciones policiales contra las mareas de jóvenes violentos y perfectamente organizados que siguen asolando Barcelona y sembrando el pánico entre la generalidad de una atónita ciudadanía, a pesar de la sonora queja por parte de los sindicatos policiales por las trabas que desde la cadena de mando les impiden emplearse como legalmente debieran y contando entre sus efectivos a la mitad de todos los heridos en los incidentes.

Ribo, al que en Onda Cero entrevistado por Alsina le escuchábamos un auténtico repaso del argumentario separatista –siempre sostenido en el mantra de la falta de diálogo como repetición millones de veces de la misma mentira para convertirla en media verdad– se jacta de presidir el «internacional Ombudsman» que acoge lo más parecido al elenco de defensores del pueblo europeos y ni corto ni perezoso, nos arrojaba al rostro la perplejidad de sus homólogos ante esa falta de diálogo, la misma que al parecer le ha llevado a recorrer más de medio mundo durante estos años sin romper a tenor de lo visto y oído ni un palillo de dientes por el estado constitucional en el que disfruta de plenos derechos y libertades, –otros viajes son menos engorrosos, como acudir por invitación privada a la una final de champions del Barca en avión privado y catering de postín– ergo, la opinión del defensor del pueblo catalán no parece ofrecer dudas, ni sobre la legitimad de la sentencia del «proces» ni sobre la reacción posterior en una calle caldeada no precisamente desde «lejanas montañas» que diría un ex presidente. Parece obvio que los policías golpean con sus cabezas a los adoquines y es el cambio climático el que acarrea incendios en la via pública.