Opinión
El «Blas fraile»
Visto que los españoles estamos tontos –porque, como advierte Felipe González, estamos «abriendo nuestra propia grieta» política– no es de extrañar que a las rebajas prenavideñas hayamos dado en llamarlas «Black Friday». Se trata de una preciosa manera de imposibilitar la vida a esa inmensa mayoría que no domina el inglés. Ahora, las liturgias del mundo capitalista se llaman Halloween, Cibermonday y Black Friday. Es una extensión de esa pleitesía que se empeña en llamar CEO al director general de una empresa, hablar de «streaming» informático en lugar de flujo de datos, poner «share» en lugar de cuota de audiencia o decir «target» en lugar de diana o sector.
Nada más jolgorioso que el meme y el vídeo que recogen la respuesta de los siempre ingeniosos gitanos de los mercadillos. Llaman a estos descuentos «el Blas fraile». Inmediatamente, los graciosos de las redes han compuesto al mítico Blas, de los dibujos de Barrio Sésamo, vestido de mendicante franciscano.
Si no fuese por estas cosas, por el sol y por los mares, sería imposible aguantarnos. Ya es duro defender la festividad de Todos los Santos de una horda de niños vestidos de calabaza. O reiterar que no es preciso llamar al cíber lunes con anglicismos, pero es que ayer se me ocurrió pasear por Madrid para ver el Jardín Botánico iluminado para la Navidad. Y hete aquí que me encontré con un gran rótulo en la verja: «Christmas Garden», tócate las narices. Vayan comprando un pavo para el Día de Acción de Gracias.
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