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Opinión

Cambio

«No estamos viviendo simplemente una época de cambios sino un cambio de época». No es la primera vez que Francisco ha hecho esta afirmación pero la ha renovado en su discurso del sábado pasado a la Curia Romana. Esta vez no ha dirigido, como en años anteriores, un rapapolvos a los cardenales, obispos, sacerdotes y laicos que colaboran con él en el Gobierno de la Iglesia universal.

En estos momentos «de profunda transformación» ha recordado la enigmática expresión utilizada en la novela «El Gatopardo» de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: «Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie».

Desde el punto de vista eclesial este cambio de mentalidad se impone porque «no estamos ya en un régimen de cristianismo porque la fe – especialmente en Europa pero incluso en gran parte de Occidente– ya no constituye un presupuesto obvio de la vida común; de hecho, frecuentemente es incluso negada, burlada, marginada y ridiculizada».

A sus interlocutores Bergoglio les advirtió contra la tentación de «replegarse en el pasado porque es más tranquilizador, conocido y seguramente menos conflictivo». Y sobre todo les alertó contra la rigidez que – dijo– proviene del miedo al cambio y se convierte en un campo minado de incomunicabilidad y odio.

La última frase de su discurso fue esta cita del Cardenal Martini en una entrevista concedida poco antes de su muerte en el 2012: «La Iglesia se ha quedado doscientos años atrás. ¿Por qué no se sacude? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de valentía? Sin embargo, el cimiento de la Iglesia es la fe. La fe, la confianza, la valentía…Sólo el amor vence el cansancio».