Opinión

Anestesiar, amordazar, humillar

No por poco imaginativa resulta menos eficaz la estrategia cuya «patita» viene haciendo asomar el Gobierno, encaminada a señalar a la obsesión por el bloqueo de la oposición de derechas ante cualquier crítica que se formule frente a ocurrencias, medidas propagandísticas o pago de la factura por el apoyo independentista. La reacción ante la «misteriosa» reunión de Ábalos con la lugarteniente de Maduro en Barajas o el estreno tras el primer Consejo de Ministros progresista del trío Montero-Celaá-Montero y posteriores comparecencias bien medidas a cargo de la vicepresidenta Calvo junto a otros miembros del Gobierno son ejemplo de lo que se avecina. Otra cosa será que la oposición política, los estamentos que todavía se creen eso de la división de poderes o quienes revindican el papel de la Corona como clave de bóveda del sistema vayan a ponérselo fácil a quienes no parecen tener demasiados reparos en tratar de anestesiar a la opinión pública, amordazar a quienes disienten o lo que es peor humillar a damnificados colaterales como son las víctimas del terrorismo. España mantiene todavía una sociedad formada y con libre criterio que en nada se corresponde con las de países donde el populismo bolivariano sí ha hecho mella.

La realidad es que vale todo. Al Partido Popular se le puede acusar de muchas cosas dentro de los errores propios de quienes han alternado años de gobierno, pero escuchar a la socialista Chivite proferir que «el PP vivía mejor con ETA» resulta, además de ruin, indigno y repugnante tratándose de una apreciación sobre el partido al que prioritariamente señalaba ETA como objetivo. Peligroso mantra el que señala como nostálgicos de los años del plomo a quienes se limitan a denunciar hechos tan de sonrojo como el acercamiento de presos etarras a cárceles vascas, las loas al ex terrorista Otegui en el Congreso, el desprecio a las víctimas o el simple hecho de que a Bildu se le haya brindado en bandeja la llave de toda una investidura del presidente de España. La estrategia de «viene la derecha reaccionaria» como otras muchas dentro del juego político no tiene nada de novedosa, pero ojo con su manejo en el momento actual, no solo por efectos rebote como el blanqueo del terror etarra, sino por el desprecio al Poder Judicial e incluso a la Corona, a cuenta de defenderse atacando. El nuevo Código Penal que atisba el Gobierno dulcificará los delitos contra el Estado y su unidad pero endurecerá las penas contra la violencia de género. Esta será la gran excusa para achaca a la oposición su falta de sensibilidad hacia las mujeres cuando la «intransigente derecha» se oponga al nuevo texto, no por lo segundo, sino por la gravedad de los primero. La derecha aun dividida hace su papel que no es crispar ni bloquear, sino señalar desmanes. Otra cosa es que esto lo tenga claro una preocupantemente anestesiada e inane sociedad española.