Opinión
Pastilla letal
Tramita Holanda una píldora con la que los mayores de 70 años puedan quitarse la vida, ya no en caso de enfermedad crónica o terminal, sino por «cansancio de vivir». Los Países Bajos tienen la legislación más permisiva del mundo en la materia y han identificado un sector de la población que, a partir de los 50, no manifiesta mayor interés por la existencia.
Cuando uno se entristece mucho, cuando tira la toalla existencial, descansa en buena medida en el amor de los otros. Si hay gente que apuesta por ellos, los enfermos, viejos, depresivos, a menudo salen a delante.
De lo contrario, es difícil que hagan acopio de entusiasmo vital. Así pues, arrojar la defensa del que ha perdido la batalla contra el deseo de morir equivale a condenarlo.
Es increíble que algo tan evidente pase del todo desapercibido en el corazón de Europa. El hombre no es un ser aislado, es parte de una entidad social, cuya salud lo afecta. Y la salud social se llama capacidad de esperanza.
Hace treinta años era impensable un mundo de personas confinadas en sus habitaciones solitarias, conectadas a la tele o las redes, desde donde se les inyectasen las ideas nutricias (o más bien «desnutridoras»). Una sociedad basada en el éxito, la belleza física, la fama de los «likes» y el dinero. Un ecosistema que, cuando has dejado de rendir, te arrumba y desconecta de modo tan plácido… que tú mismo ingieres tu veneno sin molestar. Máxima producción, total ahorro.
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