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La opinión de Francisco Marhuenda: “El Gobierno o la casa de los líos”

La declaración del Estado de Alarma tendría que haber estado seguida inmediatamente de un conjunto de decretos y órdenes ministeriales organizándolo todo

La escasa calidad y la improvisación de la producción legislativa de este Gobierno produce un cierto bochorno. Hubiera sido mejor que no pudiéramos acceder a ella con tanta facilidad gracias a la eficacia del BOE, porque este enclaustramiento nos habría permitido sufrir una cierta ignorancia más allá de las ideas generales que hubiéramos conocido por los medios de comunicación. No hay más que hacer un seguimiento de ese magnífico instrumento que es la edición digital del BOE para entender que más que un gobierno es la casa de los líos.

En primer lugar, está La Moncloa socialista y la mini Moncloa podemita a lo que hay que añadir las discrepancias dentro de los ministros socialistas. Tras esta primera aproximación está el error de poner al frente del operativo, al menos nominalmente, al inexperto ministro de Sanidad cuyos conocimientos en la materia es un arcano indescifrable. Ni siquiera es un filósofo: en este país se confunde habitualmente hacer una carrera con la adquisición de los méritos para considerarse un experto en la materia y a cualquier licenciado de medio pelo en Derecho o Economía se les llamada juristas o economistas. Al menos, si lo fuera nos podría deleitar con algún pensamiento profundo. Su único mérito es ser la cuota del socialismo catalán y le dieron este ministerio como gratificación ya que estaba vacío de competencias.

Finalmente, está la ineptitud a la hora de diseñar un plan sólido, coherente y eficaz para hacer frente a todos los aspectos de la crisis. Es cierto que se ha glosado mucho a lo largo de la historia sobre la proverbial capacidad de improvisación de los españoles, pero en este caso preferiría algo más consistente y riguroso. La improvisación me resulta muy irritante. La declaración del Estado de Alarma tendría que haber estado seguida inmediatamente de un conjunto de decretos y órdenes ministeriales organizándolo todo en lugar de este goteo irresponsable de normas que ponen de manifiesto la inexperiencia gubernamental, así como algunos excesos de más que dudosa constitucionalidad. No me gusta que mi Gobierno esté permanentemente desbordado por los acontecimientos y atenazado por la división y las discrepancias internas. No me voy a remontar a China, sino a Italia donde nuestros gobernantes no supieron o no quisieran aprovechar esa experiencia para no repetir los errores. Y ahora estamos en el lío de nuestras vidas.