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Opinión

El campo acude en auxilio de la ciudad

Pocos se han dado cuenta aún. El campo ha acudido como siempre en auxilio de la ciudad, a pesar del tradicional desprecio del urbanita al campesino. En el duro trance que estamos pasando, esto se nota más. Me parece que es hora de reconocerlo públicamente. Las tiendas de alimentación, junto con los hospitales y las farmacias, son los únicos espacios abiertos, imprescindibles, para hacer frente a la crisis sanitaria que padecemos. Hasta las iglesias, que acostumbran a ser los últimos refugios del consuelo, están cerradas.

La gente acude cautelosa, en silencio, protegida con guantes y mascarillas, a la tienda de alimentación del supermercado, en busca de suministros para sobrevivir en el obligado encierro. La fruta, la verdura, el queso, la carne, el pan, las legumbres, las patatas, los huevos, la leche, el aceite y unas botellas de vino para pasar el mal trago…, todo viene del campo. Algunos aún no se han enterado. El comprador, sin hablar con nadie, sin acercarse a nadie, guardando la distancia en la fila de la caja, concluye la compra y se marcha. Tiene prisa y miedo. Hoy asusta más la cercanía que la soledad. Y se vuelve a casa con las bolsas cargadas como un tesoro. Casi como cuando había racionamiento y funcionaba el estraperlo en la posguerra. Pero, a pesar de las alarmas y los acaparadores, que nunca faltan, en ningún momento ha habido desabastecimiento. Las cadenas alimentarias han funcionado bien. El campo, tan olvidado, tan maltratado, tan vaciado, no ha fallado tampoco esta vez y está contribuyendo, sin que nadie se lo agradezca, a salvar la situación, justo cuando la mancha oscura de la España vaciada se extiende también a las calles de la ciudad.

«Ojalá pase esto pronto y podamos volver a hablar de la España vacía, pero la rural, no la vaciada por el coronavirus», me dice Jaime Lamo de Espinosa, que fue ministro de Agricultura con UCD, cuando los ministros aún eran competentes. Ingeniero agrónomo y catedrático de Economía, ha enviado, 38 años después, una carta abierta a los agricultores desde la portada de «Vida Rural», en la que afirma con toda justicia: «El campo español está exhibiendo su enorme dimensión económica, solidaria y vital estos días. También habría que salir a los balcones a aplaudirle». De él, pues, es la idea. ¿Alguien piensa que cuando pase este aprieto se tendrán en cuenta los servicios prestados? Mientras tanto los camioneros siguen día y noche en la carretera acarreando productos del campo a la ciudad triste, sola y necesitada.