Opinión
Tarde y mal
Tal como estaba previsto, el Consejo de Ministro aprobó ayer aplazar hasta el 20 de mayo el pago del IVA y del Impuesto de Sociedades para las pymes y los autónomos que facturen menos de 600.000 euros al año. En dos palabras: tarde y mal. La tardanza y la improvisación fueron reproches que lanzó al Gobierno el presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos, Lorenzo Amor, entrevistado ayer por Carlos Alsina en Onda Cero. Dijo que venían pidiendo desde hace un mes ese aplazamiento, pero hasta el 20 de julio, para «evitar trámites porque en mayo no sabemos si seguiremos confinados». La improvisación es patente porque hoy es el último día en que los autónomos pueden presentar la domiciliación de impuestos. Eso sin hablar de los que quedan fuera de la prestación por cese de actividad, las madres autónomas, los autónomos ingresados en hospitales, etc. La opinión de Amor sobre el diálogo con el Gobierno, en sus propias palabras: «No están hablando con los autónomos… hablar de acuerdos cuando los autónomos llevamos un mes sin hablar con el ministro que lleva estos temas, es llamativo». Habrá que esperar al siguiente Consejo de Ministros para la posibilidad de renunciar al sistema de módulos, para poder tributar por el sistema de estimación directa. Los impuestos para pymes y autónomos se aplazan, no se eliminan. Y aunque siempre cabe la crítica por la forma en que el Gobierno está gestionando la crisis, esto no es nada en comparación con lo que viene. Hay que considerar el aumento del techo de gasto para las ayudas al alquiler del Ministerio de Transporte. La senda del gasto será apreciablemente creciente en el futuro próximo, por el gasto social y por las prestaciones de desempleo, que se van a disparar. Al mismo tiempo, la caída en la actividad impactará negativamente sobre la recaudación, empeorando el desequilibrio en las cuentas públicas que ya se estaba agravando antes de la llegada del virus. Ahora, la situación será peor, por la aceleración del gasto redistributivo mediante el cual el Gobierno pretende tapar sus fracasos. Aquí se inscribe la demagógica propuesta de una renta mínima, o renta mínima «puente». Este artificio populista finalmente no fue aprobado ayer. A través de esta renta, la ultraizquierda pretendía entregar a millones de trabajadores un dinero que arrebatará a millones de trabajadores, pretendiendo, como siempre, que aquí solo van a pagar más los ricos. Es mentira. El Gobierno, que no ha descartado aprobar esta maniobra en el futuro, aliviará a unos castigando a la mayoría, precisamente a los millones de trabajadores y empresarios cuyas penurias ahora aplaza.
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