Ante el sombrío panorama que nos dibujaba ayer el informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), que prevé que la economía española se desplome un 8 por ciento y que el paro se dispare hasta el 20,8 por ciento este año, prefiero refugiarme en lo que podrían denominarse pequeños gestos de esta crisis. Por ejemplo, en el trabajo que realizan las Administraciones más cercanas a los ciudadanos como son los Ayuntamientos. Se multiplican estos días en pueblos pequeños y medianos las actuaciones directas de alcaldes y concejales para desinfectar las calles y los locales públicos, por ejemplo. También se ocupan de que los vecinos de más edad estén atendidos, de llevar hasta sus casas los productos de primera necesidad como son los alimentos. Conozco muchos casos en los que van personalmente a la farmacia más cercana a recoger los medicamentos y los llevan hasta los domicilios de los pacientes. En definitiva de que los mayores no se sientan solos. A veces, son los que tienen que tomar decisiones sobre cómo aplicar las normas emanadas del Gobierno Central, en muchos casos confusas, utilizando el sentido común aún a riesgo de chocar con las órdenes recibidas por la Guardia Civil sobre el estricto confinamiento. Un ejemplo basado en una de las dudas más frecuentes que se dan en estos momentos: ¿pueden salir los vecinos de esos pueblos a atender sus huertos domésticos? Visto desde la ciudad puede parecer un tema menor, pero contemplado desde la óptica rural no lo es tanto. La gestión de esta crisis también se basa en esas «pequeñas cosas», con los alcaldes en primera línea.