Coronavirus

La puntualidad alemana

Los alemanes y sus aliados deberían mirar a su pasado para construir, precisamente, un futuro común europeo basado en una solidaridad que nunca debe ser un cheque en blanco

Con puntualidad germana, no hay que olvidar que los alemanes la consideran una virtud muy importante, los españoles rendimos homenaje diariamente al personal sanitario con nuestros aplausos de las 8 de la tarde. Por supuesto, habrá alguno que sea impuntual e incluso despilfarrador, pero el conjunto de esa sociedad, y partiendo de la base de que no los conozco a todos, presenta unas características colectivas que a veces se pueden considerar como tópicos, pero que son bastante reales. Esto no les otorga ninguna superioridad, pero resulta interesante para conocerlos y más cuando necesitamos de su ayuda para salir de la enorme crisis económica que nos afecta. Es posible adoptar una actitud arrogante mientras se exige solidaridad, pero nunca me ha parecido una buena estrategia. Los alardes de un fervoroso deseo de gasto público cuando el Gobierno comenzó su andadura no es el mejor aval en una negociación. Los alemanes que he conocido valoran mucho la puntualidad, el ahorro, la seriedad y la eficacia. No entienden que se compre un producto cuando hay otro a un menor precio. Les sorprendía nuestra desmedida afición a los créditos al consumo comprando sin estudiar fríamente lo que realmente necesitábamos y cuánto podíamos pagar.

La Alemania actual es el resultado de una unificación que comenzó con la desaparición del Sacro Imperio Romano Germánico, el nacimiento del moderno patriotismo alemán gracias a las Guerras Napoleónicas, la constitución de las sucesivas confederaciones del Rin, Germánica y de Alemania del Norte, así como el establecimiento del Zollverein y, finalmente, el acto solemne de proclamación del rey Guillermo de Prusia como emperador de Alemania el 18 de enero de 1871 en la Sala de los Espejos de Versalles. El mosaico de reinos, principados, grandes ducados, ciudades libres, etc. dio lugar a este II Reich. El otro hecho fue la reunificación tras la caída del Muro de Berlín. La unión fue la fuerza que convirtió un espacio territorial difuso y confuso en una de las grandes potencias del mundo a finales del XIX. Por ello, los alemanes y sus aliados deberían mirar a su pasado para construir, precisamente, un futuro común europeo basado en una solidaridad que nunca debe ser un cheque en blanco y se tiene que sustentar en unas exigencias de puntualidad, rigor, eficacia y austeridad que no significa austericidio. Estos valores son muy buenos. Cuando se pide ayuda no se puede ser ni arrogante ni soberbio.