Opinión
Los bulos de Illa
Un sobresalto tras otro. El ministro de Sanidad nos da jarabe y elixir de la verdad. Test defectuosos a precios de lujo, solicitados a un mediador que anuncia productos para el vigor sexual, y emplazada, no empalmada, en Santa Coloma de Gramanet, localidad gobernada por el PSC de Núria Parlon; mascarillas «fake», que han permitido el contagio de no se sabe cuántos sanitarios, y contrataciones millonarias a una empresa que no cuenta con trabajadores en plantilla. En fin, un catálogo de maravillas administrativas para el que muestra una gran excusa: «Era urgente tener material». Claro, es lo que sucede con el besugo en Navidad, que a la que te descuidas llegan los últimos días y ya no da la paga para tanto y acabas como el Plácido de Berlanga, ponga un pobre en su mesa. Estos escándalos quedan sepultados bajo los escombros de la tragedia. En momentos más sutiles abrirían los telediarios. Illa nos mantiene inmóviles de cara a la pared. Su cartera se ha convertido en el mayor «fake» de la pandemia. Los test (los que llegaron después de los falsos) ya no se realizarán a partir del próximo lunes. Lo pueden anunciar en su Facebook. Es información oficial. Como lo de las empresas, documentos colgados de la página web del ministerio. El horizonte está oscuro, pero al final se otea pena de banquillo. Para los que autorizaron trabajar con una firma que no tenía permisos, por ejemplo. Ya avisan de que no hay que judicializar este drama, el argumento del independentismo para cargarse las togas, pero la farfulla no tranquiliza a esos altos cargos a los que no se le ajustan las mascarillas de los nervios. ¿No queríais verdad?
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