Opinión

“Los fantasmas de la izquierda”

Los que no comulgan con la verdad revelada de la izquierda y la Ciencia son fachas, ultras, franquistas, corruptos, vasallos de los ricos, inmundos y cualquier otro epíteto que sirva para insultar al adversario

Hay que reconocer que la izquierda política y mediática es más perseverante que la derecha a la hora de sacar a pasear sus fantasmas y demonios. No deja de sorprenderme lo bien que funcionan sus cortinas de humo y juegos de artificio. El espectáculo que se vivió ayer en la sesión de control del Congreso de los Diputados fue esperpéntico. Los representantes del Gobierno actúan como si tuvieran no una mayoría absoluta, que no tienen, sino abrumadora que reflejan con esa cansina cantinela de los españoles quieren, piensan, desean…. Hay que ser de izquierdas para ser progresista y tener sensibilidad social, porque el resto de políticos, dicho irónicamente, son una colección de desalmados sin escrúpulos. A esto se añade un lenguaje tabernario propio de los bajos fondos que sólo se debe escuchar en algún puerto de mala muerte o polígono abandonado lleno de malhechores. Es todo bastante insoportable.

Los que no comulgan con la verdad revelada de la izquierda y la Ciencia son fachas, ultras, franquistas, corruptos, vasallos de los ricos, inmundos y cualquier otro epíteto que sirva para insultar al adversario. La izquierda desató campañas tan brutales como injustas primero contra los gobiernos de UCD como luego contra los del PP. Los temas para descalificar duran, duran y duran como aquel anuncio de pilas, porque hasta que no se consigue la destrucción del rival no paran. Estas cuestiones recurrentes las vemos cuando sacan a pasear sus fantasmas y también las mentiras que sirven a la causa mayor que es mantener a la izquierda en el poder. No hay más que ver como machacan a la presidenta de la Comunidad de Madrid, para esconder los errores cometidos por el nefasto tándem Illa y Simón. Otro argumento es Donald Trump y Boris Johnson que se atrevieron a derrotar, respectivamente, a la pija rica de Hillary Clinton y al radical Jeremy Corbyn. Por supuesto cuentan con otros personajes de la derecha europea para montar ese coctel que muestra que son malos, pero que muy malos, y que no hay nada mejor que ser de izquierdas. Los radicales antisistema españoles, que gritaban «no nos representan» y querían iniciar un proceso constituyente al estilo bolivariano, han borrado su pasado y ahora se sienten cómodos con la socialdemocracia que detestaban. En cambio, el centro derecha merece ser denostado, insultado y caricaturizado mientras se exige que se someta al Gobierno.