Coronavirus
El viajar es un placer que no suele suceder
«Llegaremos finalmente el 6 y salimos el 2. Parece que vamos a ir a pie», asegura el español Mario Rivera, entrenador del East Bengal en la India. «Si lo miras en el mapa y ves lo que vamos a atravesar dices ‘‘madre mía’’».
Hay gente a la que lo que más le gusta de los viajes es lo que sucede antes: organizarlos, trazar al recorrido y apuntar lo imprescindible por ver; y está la otra gente a la que eso le da una tremenda pereza y se deja llevar, con buen ánimo y sin ninguna queja. Es así como se forman las parejas perfectas, las que se complementan. Viajar es el mejor examen para comprobar si tu relación funciona (bueno, hasta que llegó el confinamiento).
Viajar, por tanto, es un acto de amor. O era. Nada de eso se va a hacer en mucho tiempo. Pese a que es un misterio saber qué va a ocurrir en la nueva normalidad, está bastante claro que lo de los viajes va a volver a ser ese lujo inaccesible y prohibido que eran antes de que bajaran los precios de los aviones y llegar al fin del mundo fuese una cosa que te ofrecían en cualquier sucursal de la esquina.
Viajar es ya sólo para quien no tiene más remedio o urgencia, una necesidad insoslayable, muy lejos del placer y mucho más cercana a la tortura. Viajar ya sólo ha quedado para quien huye o para quien regresa y cada escala en el mapa es un esfuerzo de voluntad. Por ejemplo, para esos dieciséis viajeros que están listos para volver de la India a España mañana. Salen de Calcuta, harán quince horas de bus, pararán a dormir el 3 de mayo en Benarés (Varanasi), en un hotel que abrirá solo para ellos, volverán a la carretera el lunes temprano. Entre 28 y 36 horas de carretera, para ir a Delhi a coger un avión.
Han intentado de todas las maneras evitar ese viaje por carretera porque hay un niño de dos años en la expedición, pero ha sido imposible. La embajada española se ha encargado de conseguir todos los permisos para circular con su autobús. En la madrugada del martes partirán desde Delhi en un avión que ha organizado la embajada holandesa con destino Ámsterdam, cuenta Efe. Al menos ya estarán en Europa.
Pero...
Tras más de ocho horas de vuelo, aterrizarán en los Países Bajos y lo más probable es que tengan que esperar unas 24 horas allí, como de propina, para poder poner por fin rumbo a su destino, a Madrid. «Llegaremos finalmente el 6 y salimos el 2. Parece que vamos a ir a pie», asegura el español Mario Rivera, entrenador del East Bengal en la India. «Si lo miras en el mapa y ves lo que vamos a atravesar dices ‘‘madre mía’’».
Ni siquiera fue fácil comprar los billetes de avión: tuvieron que hacerlo de uno en uno, con el riesgo de que alguien se quedase sin él a última hora. Y por los pelos: «Los pasajes iban subiendo de precio y llegaron a una cifra en la que no daban los límites de las tarjetas, así que tuvimos que recurrir al club, que también quería que pudiéramos volver a España, y accedió a comprar los de estos dos», dice Mario.
Y cuando lleguen a España, antes de poder ir su casa, por ejemplo a Mario le esperan en Granada, tendrán que estar 15 días de confinamiento para comprobar que no tienen el virus.
«El viajar es un placer que nos suele suceder», cantábamos los niños de mi época cuando viajábamos en el coche familiar.
¡Ay, Miliki!
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