Opinión

La EBAU y el Covid-19

Recuerdo bien el día que me examiné de selectividad. Durante todo ese año, a mis 8 horas diarias de trabajo como administrativa, tuve que sumar las clases de COU por la noche. Un esfuerzo ímprobo, para mis 18 años, al que me sometí porque mi padre se negó a pagarme los estudios de periodismo. «Eso no es una carrera ni es nada», me dijo al terminar 3º de BUP. «Pues me la pagaré yo, papá», contesté. No imaginaba entonces que estudiar y trabajar costara tanto. Sin embargo, hasta saqué buenas notas durante el año. Aunque eso no evitó que, como todos mis compañeros, llegara al día de la selectividad, temblando. «No vas a ser capaz», me decía la noche anterior, mientras intentaba mantenerme despierta para seguir estudiando. A la mañana siguiente, agotada, los nervios casi acaban conmigo. Fueron dos días terribles, que parecía que jamás terminaría, hasta que, de pronto, pasaron y aprobé. ¡Aprobé! Con una nota justita que tuve que compensar con la del bachillerato para poder entrar en la universidad, pero aprobé. Decía Homero que «no hay mayor gloria que la que se consigue con las propias manos y los propios pies». Y yo digo que ni todas las copas de Roland Garros de Nadal me habrían supuesto tanta satisfacción. Sé que este año, tras un confinamiento tan poco motivador y un ambiente de estudio enrarecido por la incertidumbre, la prueba de la EBAU será aún más dura. Por eso quiero mandar a los chicos todo el ánimo para este mes y medio que les queda y pedirles que aguanten un poco más. Si lo hacen, habrá recompensa. Porque aunque ahora les parezca imposible, todo esto, como el COVID-19, pasará…