Opinión
Qué grande Chomsky
A Noam Chomsky no le suelen preguntar sobre cuestiones técnicas de gramática generativa. En cambio, hay torrentes de declaraciones suyas sobre política y economía. Hace poco, el «pensador voz de referencia de la izquierda» declaró en “«El País», una vez más, que lo malo son las empresas privadas y el capitalismo.
Dijo que el Estado ha sido «bloqueado por el neoliberalismo». Considerando que los Estados son más grandes que nunca, me pregunto qué interpretará el ilustre lingüista por «bloqueo».
Parece que la calamidad se remonta a Thatcher y Reagan, y la Caída del Muro de Berlín. Entró en crisis el sistema más criminal de la historia, y se abrió una ola de libertad que ayudó a reducir la pobreza como nunca antes. Pero Chomsky lamenta el libre comercio, es decir, lamenta lo que hizo posible que cientos de millones de personas dejaran atrás la pobreza extrema.
Asegura que «el período neoliberal se construyó destruyendo los movimientos obreros», sin explicar que fueron los propios obreros los que decidieron apartarse de los sindicatos y la izquierda más ultra. Dice seriamente que aquí el asesino es Trump: «¿Qué pasa cuando dejas de apoyar a la OMS? Matas a gente en Yemen».
Lo del virus, que brotó en una dictadura comunista, es culpa del «capitalismo exacerbado por el neoliberalismo». Su visión de las empresas es notable, porque afirma que innovar para salvar a la humanidad «no da beneficios», y que los ancianos han muerto «porque las residencias se privatizaron durante la plaga neoliberal».
En la sucesión de barbaridades se incluye una propuesta para cambiar las cosas. ¿Cómo? Así: «abrir la puerta a alternativas progresistas que estén preocupadas por el bienestar de las personas y no por la acumulación de riqueza y poder».
Claro, el problema con esto de las «alternativas progresistas» es que no son utopías, porque sabemos lo que pasa en un mundo sin empresas privadas, ni mercados, donde es realmente difícil o imposible acumular riquezas. Hay un amplio abanico de experiencias comunistas, fascistas, populistas, socialistas, etc. Efectivamente, no se acumulan riquezas, pero sí mucho poder político en manos de la casta dirigente, a expensas de la libertad y el bienestar de las personas.
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