Opinión

“El archivo de la denuncia del 8-M”

Se utilizó a la abogada del Gobierno (me he impuesto no poner Estado) y a la Fiscalía para que corrieran al auxilio de Franco cuando no lo necesitaba

Desde el primer momento era evidente que la querella contra el delegado del Gobierno en Madrid por haber autorizado la manifestación del 8-M no tenía ningún recorrido. Era fácil llegar a esta conclusión con un conocimiento razonable del Derecho Penal. Por otra parte, no tengo ninguna duda de que José Manuel Franco habría recomendado que no se celebrara si existían riesgos para la salud pública.

Una prueba de ello es que fue uno de los asistentes. Es verdad, también, que la memoria es muy frágil y no recordamos lo que se decía en aquel momento. Las informaciones eran contradictorias y lo que ahora tenemos claro es que no se dio la suficiente importancia a lo que había sucedido en China, se miró con distancia el avance del virus en Italia y falló el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias que dirige Fernando Simón, ahora convertido en icono mediático.

Esto último es tan absurdo que si se teclea la «F» en el buscador ya es el primero que sale por delante de «Facebook», la «fiebre hemorrágica Crimea Congo» y «farmacia», aunque regresa inmediatamente con «Fernando Simón joven». Me sorprende, porque no sé muy bien a quién le puede interesar la juventud del médico más famoso a pesar de no haber sido capaz de declarar a tiempo la alerta y de haber minimizado la pandemia al principio.

España se ha convertido, más que nunca, en un país de trincheras y olvidamos que no es una historia de buenos y malos. Por eso defendí que la investigación del delegado del Gobierno sería archivada. No tenía ningún fundamento. Por supuesto, desde un lado de la trinchera me criticaron. No me importa. Distinto es que no se dejara que la magistrada, excelente penalista, instruyera con el sosiego mediático y político recomendable.

El despropósito llegó al extremo de cuestionar sus razones, que eran solo jurídicas, y se utilizó a la abogada del Gobierno (me he impuesto no poner Estado) y la Fiscalía para que corrieran al auxilio de Franco cuando no lo necesitaba. Le bastó declarar para que se archivara el caso. A esto hay que añadir la maniobra chapucera de Marlaska, que nunca entenderé, contra la Guardia Civil.

Lo digo así, expresamente, porque fue un error destituir a un coronel del prestigio de Pérez de los Cobos y provocar una indignación generalizada.