Opinión

Huelga general en Alemania

En junio de 1948, los sindicatos alemanes convocaron una huelga general para protestar por las reformas liberalizadoras emprendidas por Ludwig Erhard, que había planteado sus ideas un par de años antes en un artículo en la prensa titulado: «Economía de mercado o economía controlada por el Estado».
Fue el origen de la llamada «economía social de mercado» que, al revés de lo que se piensa, no era una tercera posición entre capitalismo y socialismo sino una posición liberal, es decir, la idea de que el mayor bienestar social se logra mediante una economía libre.
Erhard anunció el 19 de junio de 1948 que el día siguiente se suprimirían los controles de precios y de producción de la mayoría de los bienes de primera necesidad, y se establecería una nueva moneda, el marco alemán.
La liberalización de precios produjo la inmediata aparición de los bienes que faltaban en las tiendas. Pero los precios y el paro al principio subieron, lo que animó la huelga, con pancartas que pedían: «¡Erhard a la horca!» (Rainer Zitelmann, The Power of Capitalism, Londres, LID, 2019, capítulo 3). En las elecciones la CDU, bajo el lema erhardiano: «Economía planificada o economía de mercado», se impuso a los socialistas, aunque por un estrecho margen.
Se produjo entonces el llamado «milagro alemán», que fue debido a esa liberalización, y no al Plan Marshall, que tanto entusiasma a los antiliberales (Ryan McMaken, «El Plan Marshall no es la historia de éxito que piensas que es», https://bit.ly/2AGxRKc).
La tasa media de crecimiento de la renta per cápita en la Alemania Federal superó el 9 % anual hasta comienzos de la década de 1960. El paro prácticamente se redujo a cero, la inflación desapareció, y el «deutschemark» se volvió una de las monedas más fuertes del mundo, al tiempo que Alemania se convertía en una gran potencia exportadora.
Es cierto que el liberalismo fue restringido después, con las malas consecuencias que cabía prever, pero fue un socialista, Gerhard Schroeder, el que propició otra vez unas reformas liberalizadoras, también contra los sindicatos y parte de la opinión publica. El liberalismo volvió a funcionar.
Por cierto, desde la de 1948, nunca más hubo una huelga general en Alemania.