Opinión

¿Quién defiende a Colón?

Si los estadounidenses, e incluso Ada Colau, revisara «Cristóbal Colón, de oficio descubridor» de Mariano Ozores, con Andrés Pajares en el papel estelar del navegante, podríamos entender la animadversión al personaje. Por envidia. Ni Hollywood ni el cine catalán serían capaces de lograr ese estado surrealista completamente inconsciente. No solo no tienen ni una pizca de sentido del humor sino que la supuesta trascendencia con la que lo tratan se torna en ridícula; más que risa provoca vergüenza ajena. Un cartel en el Colón barcelonés para decir: «he aquí un genocida». Es para mearse, muy Colau, vaya. La alcaldesa se rodea de tantos ignorantes que es de entender que no sepa distinguir de qué Colón estamos hablando, del genovés, del catalán o del detergente. Si fuera cierto que su origen es catalán es de suponer que sus supuestos pecados serían perdonados. La manipuladora incultura estadounidense, incluso la de los demócratas, o más aún, no cabe en tres caravelas. Colón se destrona pero se le reza a Thomas Jefferson, presidente por dos veces de los Estados Unidos de América, uno de los padres fundadores, que heredó bien temprano 5.000 acres de terreno de una plantación –señorita Escarlata– y unas decenas de esclavos. Un negrero tras la firma de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. 1776, no muy lejos de 1714. Quien posea ocho apellidos catalanes lleva consigo algún que otro esclavista. Anoche soñé que volvía a Manderley. Degusté «Lo que el viento se llevó», y me pareció un acto de rebeldía, lo que me convirtió en otro ser ridículo que merece el castigo de la burla. Mientras tanto, quién defiende al descubridor de América. El Gobierno, que osa poner freno a las bravuconadas de Trump, no se pronuncia ante actos vandálicos que ensombrecen la imagen de España como si fuéramos hijos de Lucífer. Escupen en la tumba de nuestros muertos y se quedan sentados como Zapatero ante la bandera ajena. Para el Ejecutivo, la historia empieza cuando alcanzó el poder, lo anterior es deleznable. El calendario republicano de la Francia cortacabezas comenzaba el año el 22 de septiembre. El revolucionario español, el glorioso 10 de noviembre de 2019. Colón no deja de ser para estos gobernantes otra excusa más para sonreír diciendo pa-ta-ta, cuánta ironía, e ir al derribo del pedestal del régimen.