Opinión

Mascarillas

Veo una foto de Pablo Iglesias con mascarilla y me quedo en shock ¿ahora sí se la planta el vicepresidente? Pues es raro, porque cuando tenía el virus en casa y hasta después de haber dormido con él ni por asomo se le ocurrió colocársela. Ya sé que en aquellos días aún no era obligatoria (no porque no fuera necesaria como se nos dijo sino porque no había y algo nos tenían que contar), pero hombre, parece de sentido común que, si puedes haberlo pillado, tengas la deferencia de evitar contagiárselo al prójimo. Para su suerte, el virus pasó de él (y lo sabe con certeza porque en el Gobierno y aledaños se le hicieron hasta al apuntador todas las pruebas que nos negaron a los demás) y ha llegado al agosto del COVID-19 sano y salvo. Pero tal vez por el ejemplo de entonces, a muchos se les ha quedado el hábito de restarle importancia a la mascarilla y solo se la ponen cuando existe la posibilidad de multa. Es curioso ver cómo hay quien entra en los restaurantes con la media cara tapada y al descubrírsela se pone a besuquear a todos los miembros de su mesa. Si sumamos las confidencias a menos de un palmo… ¿para qué sirve que se la ponga de nuevo al salir del establecimiento para irse caminando a casa en absoluta soledad? Echaría gustosa la culpa a los políticos de tal insensatez, pero bastante tienen con justificar los engaños y contradicciones que empezaron con las mascarillas y aún siguen con el inexistente comité de expertos.La de no tomarnos en serio mascarillas y distancias de seguridad es nuestra y solo nuestra.