Opinión
Al servicio de España
Resulta difícil aceptar que la campaña mediática contra Don Juan Carlos (y después la Corona, que nadie se llame a engaño), venga apoyada por «altas instancias gubernamentales», si se me permite el no eufemismo. Una incongruencia intelectual más de, entre otros, quien participa como vicepresidente en el gobierno del Reino de España ocupando su tiempo y energía, a falta de alguna tarea más concreta que justifique su cargo, en descalificar al rey padre por su presunta conducta en un incidente que no podrá opacar la labor realizada por él, durante los cerca de cuarenta años en que ocupó la más alta magistratura de la Nación.
Que el Gobierno inste al Rey a «tomar nuevas decisiones» sobre el futuro de Juan Carlos I es noticia que debe inscribirse en la estrategia de uso intensivo del ventilador para obviar la realidad. Realidad dictada por el ministro Ábalos y su papelón en el trasiego de maletas de contenido desconocido de doña Delcy, por el ministro Grande Marlaska intentando forzar a un coronel de la Guardia Civil a actuar en contra de la ley y destituirlo sumariamente por no allanarse a su deseo, por el vicepresidente Iglesias inmerso en un escándalo de proporciones crecientes en el proceso del llamado «caso Dina» que afecta a una de sus más íntimas colaboradoras, por la gestión de la crisis pandémica que ha sido calificada por la Universidad de Cambridge como la peor de la OCDE… Por último y de momento, por el tremendo batacazo electoral sufrido por los partidos de la coalición gubernamental en los comicios vascos y gallegos de hace unos días.
Plantear alternativas a la Corona resulta imprescindible a quienes no soportan la imagen del Rey recorriendo España entre aplausos, cuando los gobernantes se arriesgan a un mal trago si osan mezclarse con los ciudadanos sin la protección de sus escoltas y vehículos oficiales. Pero ello tiene un porqué. La Corona lleva 45 años mostrando su utilidad y su capacidad de servicio a España, y ello, a pesar de la desinformación y el ninguneo al Rey, ha permeado la siquis colectiva de la mayoría de españoles, interiorizando el conocido refrán «De bien nacidos es ser agradecidos».
La Corona ha sido y es el primer diplomático de España. El rey Juan Carlos realizó 240 viajes de estado a 102 países de los cinco continentes con especial atención a América y Europa. El entonces Príncipe de Asturias no le iba a la zaga. En 2014 ya computaba cerca de 200 viajes al extranjero más las 58 visitas oficiales a 31 países, ya como rey, de don Felipe. No cabe mayor ni más efectivo ejercicio de representación e imagen de España en el exterior.
Pero esta labor de representación, consustancial a la Corona, no es la única. Recordemos ocasiones en las que el Rey ha demostrado su potencia como representante del común de los españoles:
Guernica, 1981
«Quiero proclamar una vez más mi fe en la democracia y mi confianza en el pueblo vasco», dijo el rey Juan Carlos en la Casa de Juntas de Guernica, como respuesta a la interrupción de su discurso por cargos electos de Herri Batasuna que trataron de acallar la voz real antes de ser expulsados del recinto por las autoridades vascas.
¿Quién tuvo el coraje de enfrentarse a ellos en «territorio hostil»? El Rey.
Madrid, 23F, 1981
«La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum».
Esta frase del rey nos salvó entonces a los españoles de un futuro en el que no hubieran cabido ni Europa, ni la democracia ni la clase política actual.
¿Quién actuó en nombre de un gobierno secuestrado? El Rey.
Madrid, 2003
En el desfile de la celebración de la Fiesta Nacional, Rodríguez Zapatero permaneció sentado al paso de la bandera norteamericana, en un gesto de falta de educación y sensibilidad diplomática. Seis meses después, ya presidente, retiró el contingente español desplegado en Irak. Una visita privada de los Reyes al presidente Bush eliminó la tensión creada.
¿Quién sacó las castañas del fuego al Gobierno de Zapatero? El Rey.
Santiago, 2007
En la XVII Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado, Chávez llamó «fascista» al ex presidente Aznar y Zapatero, con su tímido balbuceo, no logró impedir que España fuera maltratada en público.
¿Quién zanjó la incómoda situación dirigiéndose a Chávez con un «¡POR QUÉ NO TE CALLAS!» que pasaría a la historia? El Rey.
Madrid, octubre 2017
Ante la situación provocada por los independentistas, don Felipe intervino en alocución televisada, reclamando al Estado que asegurara el «orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones» alzando la voz contra «la deslealtad inadmisible» de la Generalidad de Cataluña al organizar el ilegal referéndum del 1 de octubre. La intervención de la Corona provocó que más de un millón de personas inundaran Barcelona de banderas nacionales, en una manifestación histórica por la unidad de España.
¿Quién fue el catalizador de esta arrolladora manifestación? El Rey.
He recordado cinco anécdotas en diferentes situaciones, pero podrían ser 500. Todas con un denominador común, la Corona, la Institución, el Rey. Siempre al servicio de España.
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