Opinión

Renunciar para pedir

Existe una frase muy conocida con el siguiente tenor: «Tiempos difíciles crean hombres fuertes. Hombres fuertes crean buenos tiempos. Buenos tiempos crean hombres débiles. Hombres débiles creen tiempos difíciles». Esta frase parece describir un circulo histórico que la historia ratifica. Si algo ha puesto de manifiesto la pandemia que vivimos es la necesidad de líderes con un fuerte compromiso con sus sociedades, y no movidos solo por motivos electorales y oportunistas. Este es el momento de los grandes estadistas. Mucho se ha estudiado en politología la derrota el 26 de julio de 1945 del Partido Conservador al mando de Winston Leonard Spencer Churchill en Reino Unido, una derrota que sorprendió al propio Churchill. Las razones de tal derrota son discutibles, algunos expertos lo achacan a la tensa campaña electoral en la que Churchill fue extremadamente duro con discursos como el de la «Gestapo», en el que afirmaba que si los socialistas querían dirigir «la vida entera y la industria del país» deberían recurrir a este tipo policía secreta creada durante el nazismo; estamos ante un líder que ganó la guerra y perdió las elecciones, aunque ganaría las siguientes, eso sí, ya muy mayor y desgastado. Una situación como la actual ha restringido al máximo como sociedad nuestra zona de confort, y esto, en una sociedad moderna y con un estado del bienestar desarrollado, cuesta mucho asumirlo. Los sacrificios que habrá que sufrir como sociedad deben comenzar por un profundo y serio ejercicio de responsabilidad de los líderes políticos que tienen que renunciar de alguna manera al utilitarismo electoral y pensar de verdad en las necesidades de los pueblos cuyos designios manejan. Exige además huir de la radicalidad y del populismo, lo cual es un problema cuando se dan sesgos de tales en sus comportamientos, pero que se convierte en tragedia cuando la radicalidad forma parte de un gobierno como ocurre en nuestro país; pedir a la oposición generosidad y renuncias con una mochila tan pesada como peligrosa es osado y arrogante. Para conseguir pactos de estado resulta necesario creer en el propio estado y no intentar demolerlo, tanto en su estructura jurídica como en su base territorial. Mas, como recientemente ha dicho nuestro Rey, «España es un gran país, un gran pueblo que no se rinde ante las dificultades».