Opinión
Desarrollo latinoamericano
Una de las primeras batallas globales de lo que iba ser la era post covid-19 se desarrolla en Washington, más concretamente en la sede del Banco Interamericano de Desarrollo. El BID fue fundado en 1959, casi al mismo tiempo que el Banco Europeo de Inversiones con el que comparte objetivos en América Latina. Maneja un presupuesto anual de unos 13.000 millones para préstamos, pero, como se ha comprobado una y otra vez, todos estos años de inversiones millonarias no han sido suficientes para crear infraestructuras capaces de sustentar un desarrollo equilibrado. El mismo Banco refleja algunos de los problemas clásicos de la región, con una Presidencia prácticamente vitalicia, y los nuevos retos de Latinoamérica, en particular la llegada de inversiones masivas de China, que por primera vez ha pasado a formar parte de los socios accionistas de la institución.
Una tradición no escrita establece que la Presidencia del BID la ocupe un latinoamericano. Como corresponde a los tiempos, la administración norteamericana –que posee un 30% del accionariado– ha propuesto algo nuevo. Presenta de candidato a Mauricio Claver-Carone, norteamericano, funcionario de la Casa Blanca, de familia hispano-cubana y educado en Madrid. Claver-Carone no ha disimulado nunca su oposición a la dictadura cubana y al régimen populista de Maduro y es un firme partidario de la institucionalización de regímenes de democracia parlamentaria y liberal en Latinoamérica, convencido como está de que los populismos y los totalitarismos ya han demostrado su ineficacia.
Como ha dicho una analista norteamericana, esta firmeza le ha valido la crítica de la mafia moscovita, del régimen chino e incluso de los demócratas norteamericanos, volcados en la muy progresista actitud comprensiva hacia Cuba y Venezuela. Desde el principio, su candidatura ha contado con la oposición de Argentina. México tampoco parece dispuesto a apoyarlo. Y la UE, con Josep Borrell a la cabeza, ha planteado que se retrase la elección hasta que lleguen tiempos menos complicados. En realidad, lo que se espera es la salida de Trump de la Casa Blanca. Sin embargo, y sobre todo si sale Trump de la Presidencia, todos, europeos y latinoamericanos, deberían estar aún más interesados en ver al frente del BID a un demócrata, un hombre que cree en las instituciones y en su transparencia, y con una idea clara de lo que está en juego con el reequilibrio de fuerzas entre Occidente y China. En particular en Latinoamérica.
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