Opinión

Una ley contra la Historia

A partir de ahora contaremos con una historia oficial sobre la Guerra Civil y el Franquismo que será la verdad revelada que todo el mundo deberá acatar.

No pensé que sucedería, pero una vez más me he equivocado. La izquierda sectaria y fanática, formada en parte por los hijos de los que se beneficiaron del franquismo, quiere crear una nueva Inquisición, para fijar una verdad oficial y perseguir a la disidencia ideológica. A partir de ahora contaremos con una historia oficial sobre la Guerra Civil y el Franquismo que será la verdad revelada que todo el mundo deberá acatar. Es el sueño hecho realidad del comunismo. El terreno es ilimitado y permitirá, como sucedió en la Unión Soviética, Cuba o Camboya, reeducar a la sociedad. De momento se queda en ese periodo histórico, pero nada impide que se vaya más atrás, porque la limpieza ideológica sustituye a la de sangre que tan útil resultó en el pasado. Rajoy cometió el enorme error de no derogar la sectaria ley de la Memoria Histórica y se limitó a no dotarla. Fue un despropósito que sufrimos ahora con esta nueva ofensiva social-comunista que busca movilizar a la izquierda a la vez que esconder el desastre económico en que nos encontramos. No hay nada como sacar a Franco a pasear.

La lectura de la referencia del Consejo de Ministros donde se informa del contenido del anteproyecto de ley de Memoria Democrática es, simplemente, espeluznante. Es uno de los mayores ejercicios de autoritarismo ideológico que se puede encontrar en los libros de Historia. Por supuesto, no existe parangón con ninguna democracia. No importa el genocidio que sufrieron los católicos durante la Guerra Civil y las decenas de miles de crímenes brutales perpetrados por la izquierda. En cambio, se podrá hacer apología del comunismo que es la mayor maquinaria de represión y muerte de la Historia, superando el horror criminal del nazismo y el fascismo. Lo único importante es lavar la conciencia de los hijos y nietos de los franquistas que están en el Gobierno o en los partidos que le apoyan. No importan los crímenes de ETA, porque se puede dialogar y pactar con sus blanqueados sucesores. Lo que sí resulta urgente es reescribir la Historia para convertirla en un instrumento partidista y emprender el adoctrinamiento ideológico que tanto gusta a los comunistas. El problema es que el PP no hará nada. La Iglesia, que declaró mártires a los asesinados por la izquierda, permanecerá inane, aunque también será arrollada por las hordas de la oscuridad, mientras nada se puede esperar del entreguismo del Supremo y el Constitucional.