Opinión

¿Elecciones en Madrid?

Si no entramos en detalles y vamos al trazo grueso, el panorama del gobierno autonómico madrileño es este: la presidenta Isabel Díaz Ayuso está enfrentada con Moncloa, pero su vicepresidente Ignacio Aguado está más de acuerdo con Moncloa que con el gobierno que vicepreside.
La semana pasada, Aguado negoció que se cierre Madrid con el ministro Salvador Illa. Ese pacto fue desautorizado por Ayuso, que anunció un recurso ante los tribunales. Aguado se fue entonces a Televisión Española a discrepar de su presidenta. Otra vez. Y el viernes presentó su dimisión el consejero de Políticas Sociales, Alberto Reyero, también de Ciudadanos.
Estos alborotos se producen con el soniquete de que la izquierda madrileña lleva meses a cinco minutos de presentar una moción de censura y cuando el líder de la oposición, el socialista Ángel Gabilondo, ha mostrado su dadivosa disposición a ceder la presidencia a Aguado para sacar al PP del poder. Esa posibilidad resulta extraordinariamente golosa para Aguado, aunque para ello tenga que recibir el apoyo hasta de la extrema izquierda. Es su única opción real de llegar a presidente. Y sería, además, la única posibilidad para Inés Arrimadas de ver a su partido presidir una comunidad autónoma. Tentador.
Tan tentadora es esa opción para Ciudadanos, como la que puede sentir Ayuso de evitar una moción de censura y librarse de Aguado adelantando las elecciones autonómicas haciéndolas coincidir, por ejemplo, con las catalanas de febrero. Intentaría aprovechar, como efecto colateral, el ardoroso impulso que algunos madrileños de centro y derecha pudieran sentir de movilizarse para votar no solo a su partido sino, subliminalmente y en la distancia, también contra los independentistas. Un impulso tan ardoroso como el que tienen los madrileños de izquierda y extrema izquierda por echar al PP de la Puerta del Sol.
Génova nunca olvidará la decisión de Rajoy, que pudo adelantarse a las intenciones de Pedro Sánchez de presentar una moción de censura madrugándole la disolución de las cámaras. Pero dejó pasar su oportunidad de convocar a las urnas, Sánchez presentó la moción de censura, la ganó y hasta hoy.
Ayuso y sus estrategas saben, además, que podrían mejorar sus resultados electorales, precisamente a costa de Ciudadanos. Porque las últimas autonómicas se celebraron después de las generales de abril de 2019, en las que el PP obtuvo su peor resultado histórico, y en las que Ciudadanos se erigió en tercera fuerza política. Después, en la repetición electoral de noviembre, Pablo Casado mejoró y Ciudadanos se desplomó. Ahora, unas elecciones en Madrid no serían la mejor noticia para Aguado.
Pero también hay contraindicaciones para Ayuso. Necesitaría mayoría absoluta, y eso no ocurrirá. Solo podría gobernar con el apoyo de Vox, dentro o fuera del gobierno. Cualquiera de esas opciones es de difícil gestión para Ayuso y para Casado, a quienes acusarían, aún más, de echarse en brazos de la ultraderecha. Estarían en riesgo otros gobiernos de coalición PP-Ciudadanos, empezando por el Ayuntamiento de la capital. Y, además, no sería la primera vez que un gobernante adelanta elecciones para tener más escaños y sale escaldado.