Opinión

Gobernar sin enfrentar

Estamos en un momento de crispación y enfrentamiento político con precedentes en nuestra historia. En algunas democracias, la polarización se produce en momentos donde el partido que pierde las elecciones y se queda sin gobernar no lo acepta, pero esto no ocurre en España, el enfrentamiento se encuentra más en los partidos de izquierda que gobiernan, cuyos ideólogos entienden que la polarización les va bien movilizando a los extremos. Esto supone un grave riesgo para nuestra democracia, especialmente para el mantenimiento de la concordia y convivencia, que debe asegurar un estado de derecho; mas este riesgo se acentúa cuando desde el propio ejercicio del poder político se produce un ataque y cuestionamiento de instituciones básicas del Estado, con son la forma política del Estado español, la integridad territorial o el poder judicial. No se pone en duda que nuestro sistema no es una democracia militante, pero el indiferentismo ideológico que determina nuestra Constitución se concilia mal con el permanente cuestionamiento del orden constitucional que algunos ejercen, máxime cuando se despliega desde el gobierno de la Nación.
Nuestra Constitución admite cualquier tipo de ideología, con el límite del orden público, frente a lo que sucede en otros ordenamientos, como el alemán, en el que quedan proscritas las ideologías contrarias a los principios recogidos en la Constitución, de tal forma que se admite incluso la defensa de ideologías contrarias al ordenamiento constitucional, siempre que respeten las formalidades establecidas y que no recaigan en supuestos punibles de acuerdo con la protección penal. En democracias como la nuestra, que se desarman permitiendo ideologías contrarias a su ordenamiento, lo que ocurre es que las fuerzas políticas que así lo defienden nunca llegan a formar parte de gobierno alguno.
Los países de nuestro entorno están siguiendo lo que acontece en España con auténtica estupefacción, un partido hasta hace dos años de Estado como el PSOE gobierna en coalición con un partido radical y contrario a gran parte del orden constitucional y con el apoyo de partidos como ERC o Bildu cuyo objetivo confesado es hacer saltar por los aires nuestro sistema constitucional y nuestra integridad territorial, algo que también tiene precedentes en nuestra historia. Volver a un clima de concordia y entendimiento entre las fuerzas políticas constitucionalistas es urgente y necesario, el Presidente Sánchez debe hacer una profunda reflexión sobre lo que está ocurriendo. Las fuerzas políticas que gobiernan son las más directamente concernidas en el mantenimiento del diálogo y en la búsqueda del entendimiento, y aquí, está ocurriendo lo contrario. Cuando el frentismo se ejerce desde la oposición es muy negativo para la democracia, pero cuando se ejerce desde el gobierno es letal y pone en riesgo todo lo que es construido en los últimos cuarenta años. Como decía el Presidente Adolfo Suárez «el diálogo es, sin duda, el instrumento válido para todo acuerdo, pero en él hay una regla de oro que no se puede conculcar: no se debe pedir ni se puede ofrecer lo que no se puede entregar porque, en esa entrega, se juega la propia existencia de los interlocutores».