Opinión

La conjura de los necios

Sobre la doble vara de medir que padecemos en España poco más se puede decir que no se haya dicho; esta injusta situación permite que una ministra de Igualdad pueda frivolizar hasta la desvergüenza con los permisos por maternidad, una presidenta autonómica se vaya de copas infringiendo los horarios que ella misma impone, la ministra Celaá o Uribes se puedan saltar las restricciones de movilidad, Ábalos nos dé hasta seis mendaces versiones sobre su extraño encuentro con la número dos del sátrapa régimen de Maduro, y no pase nada, mientras que estas mismas acciones, predicadas en un político liberal o conservador, hubieran supuesto su inmediata dimisión. En Alemania, Estados Unidos o en Gran Bretaña por ejemplo, todos los políticos se ven sometidos a una suerte de juicio popular, donde la sociedad exige por igual que respondan por sus errores. La pegunta es qué diferencia a la sociedad española de estas sociedades, ¿son más inteligentes, son más justas, son más ecuánimes? Creo que no, son exactamente iguales, y entonces ¿cuál es la razón que permite que la izquierda en España tenga un pasaporte para viajar plácidamente por la desvergüenza y no pase nada? Resulta curioso recordar como el fundador del PSOE Pablo Iglesias amenazaba de muerte al ex presidente del Gobierno y jefe del partido conservador Antonio Maura, y reconocía su participación en la Semana Trágica de Barcelona de 1909 en la que quemaron 80 iglesias y conventos y murieron 78 personas, y esto fue el principio. La cuestión es dónde debemos buscar las razones por las que a la izquierda se le consiente absolutamente todo, mientras que la derecha debe hacerse perdonar continuamente, hasta su existencia, y quizá la encontremos en eso que hoy se denominan los prescriptores de opinión pública, esto es, los medios de comunicación y especialmente los opinadores, entre los cuales obviamente me debo incluir. Cuando un político de izquierda comete un error, la prensa afín sale en su auxilio, minimizan el desatino, y los medios adversos lo critican durante un tiempo y se decae en el intento. Por contra, cuando esto le ocurre a un responsable político conservador, toda la prensa, de un lado y otro, lo critican y con razón, pero desde la prensa más adversa al político conservador se establece una estrategia dirigida a conseguir su dimisión, y no cesan hasta que lo consiguen. Vivimos tiempos muy extraños en los cuales afirmar la unidad de España, defender a nuestro Rey o el orden constitucional es ideológico, y atacar todo esto es libertad de expresión. Esta situación debe ser superada por el bien de nuestra sociedad, y tan solo lo conseguiremos cuando los medios de comunicación y sus responsables se sientan libres de verdad y no sometidos al control político ejercido a través del BOE con subvenciones y ayudas que parece que solo intimidan a una parte y no a otra, que se siente muy superior moralmente y más protegida frente a las cambios de gobiernos. Como sociedad nos va mucho en ello, nos jugamos la verdadera calidad democrática de nuestro sistema.