Opinión
Inversiones Warren
Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, tuvo esta semana una respuesta amable del diario «El País», que tituló: «El Gobierno planea una inversión récord para sortear la crisis…presentó el proyecto de Presupuestos más expansivo de la historia de España».
Ni el Gobierno ni «El País» fueron capaces de ir más allá de lo que denomino el keynesianismo cañí.
Es verdad que se observó el poco realismo de los ingresos fiscales derivados del crecimiento económico. Pero en tiempos de crisis los Gobiernos suelen inflar sus previsiones para rebajar artificialmente el déficit, y no destapar la eventual mayor subida de los impuestos y la deuda.
Dejando esto aparte, se pasan por alto los efectos de los impuestos y se distorsionan los del gasto. En ambos casos se trata de cifras récord. El Gobierno insiste en el IRPF para engatusar con el señuelo de la minoría de «ricos», cuando lo cierto es que empobrecerá con más impuestos a la mayoría del pueblo, salvo que usted crea que la tasa Google la pagará Google, o el impuesto sobre los plásticos será sufragado por los plásticos. Todo, lógicamente, lo pagarán los ciudadanos corrientes. Y mientras los políticos intentarán colgarse medallas por haber conseguido más gasto (Podemos) o algún alivio tributario (Ciudadanos, PNV), lo cierto es que subirá la presión fiscal, y casi nadie parece pensar que eso pueda tener un impacto negativo sobre la economía y el empleo.
La otra distorsión corresponde al gasto: pocas voces se han alzado para advertir contra el keynesianismo cañí, que «El País» expresó bien en esta frase, en páginas de información: «Para apuntalar la recuperación, el Gobierno ha presupuestado una inversión pública récord». Pero la relación entre inversión pública y recuperación es cualquier cosa menos diáfana. Antes de la última gran crisis pudieron faltar cosas, pero no gasto. Hubo torrentes de inversión pública y privada, y la economía se derrumbó. Dirá usted: claro, porque se hicieron aeropuertos sin aviones, carreteras sin tráfico, y viviendas sin clientes. Pero, ¿quién le dice a usted que estos de la «resiliencia» lo harán mejor?
Hablando del gasto y los fondos europeos, dice «El País»: «El Gobierno confía en que este maná tenga un efecto multiplicador sobre el crecimiento». Pero no es el maná, y el multiplicador del gasto es sustancialmente más nebuloso de lo que sostiene el keynesianismo cañí.
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