Opinión

Rufián, vete a robar a otra parte

Lo que nunca sospechamos, y eso que el listón está alto, es que Gabriel Rufián sería quién decidiría cuántos impuestos se pagan en Madrid, Andalucía y Murcia.

Este Gobierno de trileros, analfabetos funcionales y presuntos vicedelincuentes se supera cada día en filibusterismo, incultura e historial delictivo. La negociación de los Presupuestos es un ejercicio de inmoralidad que deja reducido a un pirata al estatus de santo varón al lado de Sánchez. Lo de la iletrada Irene Montero resulta ya proverbial, da hasta pena, lo que jamás vaticinamos es que toda una ministra de Exteriores (Arantxa González Laya) confundiría una bandera de México con la de Italia, que llamase “Palma de Mallorca” a una ciudad a la que todos sus habitantes y la toponimia denominan simplemente “Palma” o que Moncloa aludiera a la isla como “Mayorca”. Y eso que la Ley Celaá aún no está en vigor. El ménage à trois del Gobierno socialcomunista con Bildu es seguramente la mayor infamia de la democracia por mucho que nuestro desahogado presidente enfatice públicamente, tomándonos a los españoles por gilipollas, que “no” han pactado con el jefe de ETA Otegi y sus sicarios. Lo que nunca sospechamos, y eso que el listón está alto, es que Gabriel Rufián sería quién decidiría cuántos impuestos se pagan en Madrid, Andalucía y Murcia. El portavoz de ese partido históricamente golpista que es ERC, lo fue en la Segunda República, lo es en la España constitucional, se ha descolgado con una imposición fascistoide a la par que facinerosa para que resuciten en estas tres comunidades el Impuesto de Patrimonio y los de Donaciones y Sucesiones, bonificados estos últimos al 99%. Esta barrabasada del rufián de Rufián supone en resumidas cuentas la vuelta al centralismo franquista y el the end de la autonomía fiscal inherente a cualquier país federal como es el caso de España aunque lo llamemos con otro nombre. La cosa tiene más bemoles de lo que parece: el de Patrimonio es una doble imposición porque uno ya abona el IRPF, Transmisiones o el IVA y ese dolor de muelas anual que es el IBI. Y el impuesto a los muertos supone un triple salto mortal porque además de todo lo que astillamos en vida, resulta que luego nos vamos al cielo o al infierno y continuamos pasando por caja. En el caso de Madrid la comparación con Cataluña es de vergüenza ajena: con una fiscalidad sustancialmente más baja la primera acumula una deuda pública de 33.000 millones frente a los 79.000 de la segunda. Por no hablar de otra comparación que es cuasipornográfica: Madrid aporta a las arcas del Estado 23.000 millones anuales más que Cataluña. No nos hagamos trampas al solitario, lo que anhela el rufián de Rufián es que madrileños, andaluces y murcianos enjuaguemos la elefantiásica pella catalana consecuencia de los infinitos chiringuitos y mamandurrias indepes, de los golpes de Estado y de los 3% de los Pujol, Mas, Trias, Puigdemont, Junqueras y demás golfos de la patria. Si el rufián de Rufián quiere robar, Patrimonio, Sucesiones y Donaciones son un robo, que se vaya a otra parte. A Cataluña, a la Conchinchina o a la mierda. Sólo a los tontos y a los locos les gusta que les suban los impuestos y ni madrileños, andaluces y murcianos figuran en esas categorías. Por cierto, la RAE lo retrató: “rufián” es una “persona sin honor, perversa y despreciable”. Pues eso.