Opinión

Demagogia fiscal

¿Subir los impuestos crea riqueza? La pregunta se nos brinda como conclusión final a la «zapatiesta» organizada –otra dentro de una situación de estado de alarma– a raíz del acuerdo presupuestario con ERC que abre de par en par la puerta a eso que muy eufemísticamente se llama «armonización fiscal». No seré yo quien añada más enunciados a lo ya dicho y escrito desde distintas barricadas políticas durante estos últimos tres días a propósito de la probable utilización electoralista del modelo fiscal madrileño respecto a otros territorios en el estado español, pero tal vez sí convendría detenerse en aclarar que, por encima de siglas o de nombres propios como Isabel Ayuso, Gabriel Rufián o García Page, unos inmersos en la defensa de sus feligresías y otros mirando a inminentes citas electorales, lo que existen son realidades palmarias que nos muestra la economía aún no siendo ciencia exacta.

Cuando el portavoz parlamentario de Esquerra saca pecho profiriendo su particular retahíla de ideas de bocha gorda sobre el supuesto «dumping» fiscal en la Comunidad de Madrid, además de alimentar la animadversión entre dos de las principales comunidades del país en producto interior bruto y renta per cápita –cosa condenable aunque entendible por el horizonte electoral en Cataluña– lo que realmente está añadiendo es algo, si no igual de peligroso, al menos mucho más demagógico como es la secular cantinela de la lucha de clases. Su mantra no es ya tanto la guerra de territorios como el agravio comparativo entre ricos y pobres y es aquí donde esa demagogia fiscal se manifiesta más claramente en toda su desnudez. El dirigente independentista nunca se va a detener, ni porque conozca del asunto ni porque le interese, en hechos tan palmarios como que eximir o dejar en la mínima expresión impuestos como el de sucesiones, a quienes beneficia es precisamente a las clases medias y bajas, de igual manera que condenar a esas clases no precisamente pudientes a un infierno fiscal de más impuestos autonómicos supondría directamente el estrangulamiento de los más desfavorecidos. No parece por otra parte que resulte lo más «progresista» aumentar sucesiones, donaciones, patrimonio o IRPF, salvo que pretenda venderse la especie de que un humilde ahorrador propietario de segunda vivienda comprada en Madrid o heredada en el pueblo de sus padres también obreros ahorradores sea un abyecto capitalista. Ergo, menos demagogia, porque la pregunta sigue siendo la misma: ¿crea más riqueza subir impuestos…o bajarlos?