Pedro Sánchez
Nos rebasa su talento
Porque, a ver, ¿de qué le va a servir hablar con Casado? ¿Le va a dar alguna idea que él no tenga?
Se lamenta amargamente el líder de la oposición de que el jefe del gobierno no le conteste desde hace un mes. No devolver llamadas, incluso a la familia, es de muy mala educación. Cuando además no cuesta nada quedar bien. Le pides al móvil que te busque el nombre, aprietas al número en la pantalla táctil, y ya está. Quedas como un señor. Con suerte no coge en ese momento el teléfono y ya tienes la disculpita para no hablar con quien sea.
Cuando eres presidente de gobierno, cuentas además con la ventaja añadida de que sólo has de pedirle a tu secretaria o secretario que te ponga con alguien, y asunto resuelto.
Se me ocurre entonces que si no hace nada Sánchez por devolver la llamada no es sólo porque no le importe quedar mal con Casado, que ya ha quedado fatal, porque cuando uno se queja en público de tamaña desconsideración es porque está realmente ofendido, sino que lo que le importa un bledo es el hecho mismo de hablar con él. Que no le da la gana, vamos, que no lo ve necesario ni siquiera pertinente.
Y le entiendo. Perfectamente. Un jefe de gobierno no puede perder el tiempo en conversaciones estériles. Tiene que gobernar, y eso exige concentración y una firmeza decidida y valiente ante cualquier intento de desviarle de su objetivo. Porque, a ver, ¿de qué le va a servir hablar con Casado? ¿Le va a dar alguna idea que él no tenga? ¿Le va a proponer algún plan que a él o a sus asesores –ahora, qué le vamos a hacer, bajo el foco de Transparencia– no se le haya ocurrido ya? No, ¿verdad? Le volverá con la matraca de Bildu, con que si pone el Estado en manos de sus enemigos, con que hay que preservar la institución monárquica por lo que tiene de vertebrador…Todo eso tan tópico, tan aburrido y para él tan innecesario.
Gobernar es muy serio, ya lo ha dicho Carmen Calvo, ante las invectivas del dinosaurio González y su vieja guardia de rojo apagado, que qué sabrán de gestionar un país en tiempos de crisis.
Todo esto nos debería hacer entender el silencio de Sánchez ante la petición de diálogo de Casado. ¿Qué necesidad?, es la respuesta no oficial y práctica de Moncloa. Nada nuevo se conseguirá más allá de otra conversación perdida, y no está esto para ruidos inútiles.
Los ignorantes de la derecha o la socialdemocracia burguesa del viejo PSOE sostienen que el juego político se articula con ética y también con estética. Que esta última es la que permite que un país cansado y con miedo pueda recuperar la confianza en sus líderes y en sí mismo, si ve que hay voluntad de poner las necesidades de país por encima de las ideas propias y, desde luego, los proyectos personales. Pero eso son cosas de los interesados o los ignorantes. Más aún en este momento en que lo que se necesita no es política de país, sino un proyecto firme de horizonte republicano, multinacional –de naciones, no de capitalistas– y de izquierda. ¿Y qué van a aportar Casado, o Arrimadas o hasta González a ese futuro?
Nada. Es que no os enteráis. Las quejas por el silencio ante Casado son la evidencia de que la mayoría seguimos sin comprender en qué estamos metidos. Nos rebasa su talento.
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