Rey Emérito
La brutal campaña contra un rey
Mantengo el respeto por la persona y la admiración por su figura histórica
Es muy llamativo que los comunistas quieran regular la Corona y que cuenten, además, con la colaboración de los sectores más radicales del PSOE. Nunca nada es casual. Podemos tiene poco margen de actuación en un gobierno de coalición para satisfacer a sus bases y votantes mientras se desangra en las encuestas. A esto se une que, en el marco de la Unión Europea, hay muchas cosas que no se pueden llevar a término, como el intento de controlar la Justicia, sin generar un conflicto de graves consecuencias. Por ello, la jefatura del Estado es un terreno abonado para la demagogia populista.
En este sentido, las filtraciones interesadas para deteriorar la imagen de don Juan Carlos, vulnerando la privacidad a la que tiene derecho cualquier contribuyente, forman parte de una inquietante estrategia destinada a laminar progresivamente a la Corona. Es la campaña de demolición y desprestigio más grande llevada a término por la izquierda política y mediática así como por los independentistas desde hace muchas décadas. Sin restar importancia a los errores cometidos por don Juan Carlos, que los está pagando a un precio personal impresionante, no es menos cierto que es la víctima propiciatoria en una cacería mucho más importante.
La Corona se debería dejar al margen de la batalla partidista y, por supuesto, de los problemas fiscales de su anterior titular. No hay ninguna duda de que nunca ha hecho nada en contra de España, sino que ha dedicado su vida a un servicio público ejemplar. No creo que exista ningún atisbo de corrupción y que habrá aceptado regalos o donaciones pero nunca, nunca es nunca, a cambio de ningún acto ilícito o irregular. Es mi más firme convicción y por ello mantengo el respeto por la persona y la admiración por su figura histórica. Los españoles somos muy propensos a exaltar hasta límites grotescos y denostar hasta niveles abyectos.
No deja de escandalizarme el cinismo e hipocresía de tantos periodistas o comunicadores que han tenido que regularizar con Hacienda y ahora se escandalizan como sepulcros blanqueados ante los problemas de don Juan Carlos. Es el único español que no merece respeto y no se le tiene que aplicar la presunción de inocencia. Es llamativo que se digan todo tipo de despropósitos y se le adjudique una fortuna fabulosa o el cobro de comisiones sin que exista ninguna prueba.
El auténtico escándalo es que se trate como un apestado al artífice de la Transición y que aceptemos como voceros de la campaña a defraudadores o aquellos que quieren acabar con la Constitución y destruir España.
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