Sociedad
Pilatos con hidrogel
La saturación de información conduce a la plena desinformación
La lengua está en permanente cambio y evolución para adaptarse a la realidad. La revolución tecnológica y digital incorporó vocablos, como cuando comenzaron a usarse las ondas electromagnéticas para medir, y surgió la palabra «radar». O cuando internet nos trajo las palabras «wifi», «bloguero» o «selfi».
Ahora la pandemia ha actuado como realidad impulsora de la lengua, creando palabras que ya están normalizadas en el lenguaje común e incorporadas al diccionario con lo que se conoce como neologismos. Así, hoy es normal hablar de «confinamiento» o «coronavirus» –candidatas a convertirse en palabra del año–, a remolque de la ciencia y, en definitiva, de la vida misma.
Pero sin duda la principal novedad de este 2020 que enfila su final ha sido la pandemia del coronavirus bautizado como COVID-19, que a partir del 8-M tomó carta de naturaleza entre nosotros con la denominada «primera ola», coincidiendo con la primavera. Le siguió la segunda, preanunciada para el otoño aunque se anticipó un poco; y ahora ya estamos inmersos en la tercera –la invernal– que los agoreros presagian particularmente grave por la cepa resultante de una mutación.
Entre tanto oleaje, lo único que permanece inmóvil es la saturación de información que conduce a la plena desinformación y al caos de 17 modelos de gestión, con Sánchez de espectador lavándose las manos cual Pilatos con hidrogel. Mientras, la población ahogándose con tantas olas, pero, eso sí, sin saber cuántos han fallecido verdaderamente.
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