Opinión
El pinchazo de la vacuna
Mi señora madre pregunta cuándo van a ponerle la vacuna, si va a ser de las primeras en probarla, qué efectos secundarios notará, si es que aparecerá alguno, en fin, analiza en intrahistoria lo que están anunciando por televisión como el crecepelo de nuestros males. Lo dice mientas fija la vista en un mantel que anda cosiendo. Sigue la cuenta de las puntadas con un foco de sol que entra por el balcón y que coloca su costura en el centro de un bodegón de invierno. Ninguno de los que estamos a su alrededor adorándola como un pesebre sabemos la respuesta. La vacuna ha llegado de regalo de Reyes Magos tramposos, como esos madelman que en la tele parecían que se movían solos y luego era la imaginación la que los hacía volar. Titulo: Mujer de 86 años no tiene ni idea. Los mensajes del Gobierno llegan entrecortados y difusos. Quieren infundir esperanza con el milagro químico pero han olvidado, para qué, informar a la población que recibirá el oro, el incienso y la mirra. Hay vacuna, ¿y ahora qué? Nadie a pie de calle conoce de qué manera se administrará y cuando hará efecto, de qué manera cambiará nuestra vida y lo que no es menos importante, si la vacuna supone un regreso a la antigua normalidad. La propaganda lanza que hay un fármaco que nos hará olvidar la pesadilla de este año pero obvia que el que viene será igual aunque nos agujereen a dosis. La buena nueva necesita su tiempo para expandirse. Seguiremos llevando mascarillas y aún estarán desaconsejados los besos. Los gobiernos, al menos este Gobierno, se maneja como un chamán que promete echarnos el tarot en las madrugadas tristes, que para dar las noticias en crudo ya llegarán otros. De nuevo empezamos la partida con las cartas marcadas. Y a ciegas. Si mi señora madre no sabe a qué atenerse es que algo están haciendo muy mal. Otra vez. Tantas horas de televisión continua, de mensajes cifrados, de oteguis y de analistas emputeciendo la política y ni un minuto para seguir el hilo del mantel. Mi madre aún no sabe si entrará en casa una aguja distinta a la que sujeta entre los dedos. Un gran triunfo de la comunicación tridemensional. Un efecto placebo.
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