Política

Deserción política

Si Sánchez considera brillante la gestión de Illa, su lugar está en el Gobierno

La idea que Sánchez tiene del Gobierno de España, como de otras cosas, se constata no con sus palabras –que tienen un acreditado descriptible valor– sino con sus hechos, con sus decisiones. Designar en plena tercera oleada de la pandemia al ministro de Sanidad para encabezar la candidatura socialista a la Presidencia de la Generalitat catalana desvela al mismo tiempo varias incógnitas. Una es que la gestión sanitaria realizada por el ministro Illa debe tener un valor muy meritorio para él y su partido, pese a ni siquiera reconocer como fallecidos a más de veinte mil personas.

Parecería que está todo dicho, pero no es así. La falta de transparencia en torno a cuestiones tan sensibles como la contratación de material sanitario, es una constante desde el comienzo de la crisis hasta ahora, y explica por sí misma la carencia de equipos de protección y la mortalidad del personal sanitario.

No es preciso ir más allá ponderando el coste en términos económicos y sociales, para concluir que la gestión gubernamental no es precisamente para tirar cohetes. Otra cuestión es el mensaje que con esta decisión se envía a la sociedad, anteponiendo los intereses políticos partidistas al bien común de la salud pública, que se supone tiene a su máximo responsable en el ministro de Sanidad. Si Sánchez considera brillante su gestión, su lugar está en el Gobierno, no en la carrera electoral. En cualquier caso, no se abandona el campo de batalla en mitad de la guerra. Es una deserción política en toda regla.