Partido Popular
El cordón sanitario de Casado
Casado intenta construir su liderazgo con el barniz de hombre honesto frente a los demás
Pablo Casado no levanta cabeza y, por lo que se ve, no tiene nada claro lo que se le viene encima. Instalado en el cortoplacismo, siguiendo la moda de los líderes actuales, no puso reparos a la propuesta independentista de que las elecciones catalanas se retrasasen.
Viendo el temporal que se les ha venido encima a los populares y, dando por hecho que alguna información tendrían desde hace días sobre el jaque a la reina que ha jugado Bárcenas, Casado debió pensar que lo que necesitaba era tiempo y alejarse todo lo posible de Rajoy.
Sin embargo, ambas jugadas son más propias de un novato que de un dirigente experimentado.
Desde el momento en que la dirección popular se ha esforzado por mostrar, a todo el que quiera oír, que hace borrón y cuenta nueva e intentan enterrar con el pasado a todos los protagonistas, no ha hecho otra cosa que validar las acusaciones contra toda la estructura que representa el Partido Popular.
Parece que Bárcenas no tiene intención de aportar ninguna prueba, entre otras cosas porque presuntamente se las robaron, pero eso le da igual a Casado que intenta construir su liderazgo con el barniz de hombre honesto frente a los demás.
El PP ha sido condenado por la caja B y la gestión de sus ministros ha quedado en entredicho, no tanto por las filtraciones del ex tesorero o por las reiteradas portadas de los periódicos, sino porque la dirección actual de Génova ha trazado un cordón sanitario sobre los gobiernos populares de Aznar y de Rajoy indicando donde está, a su juicio, la parte contaminada del PP.
El segundo error es pensar que en un par de meses y relegando a los protagonistas todo quedará en agua de borrajas. El daño por corrupción en los partidos políticos no es máximo cuando salta un escándalo, sino que se emponzoña más a medida que pasan los meses y se van conociendo los detalles.
La opinión pública suele encolerizar no tanto por la cifra global del presunto fraude sino por algún gasto determinado, si es algún exceso personal mejor y quedarán extasiados si tiene algún componente de sexo o drogas.
La famosas tarjetas black supusieron 12 millones de euros, cifra significativamente pequeña en comparación a los 22.000 millones de euros que costó salvar Bankia, que ha sido revendida a precio de saldillo y por fragmentos, pero el morbo por saber en qué se gastaba el dinero Rato o Blesa, vendía más.
Por otra parte, hay un elemento muy peligroso para el PP en este momento, Vox. La campaña catalana no le está yendo mal y, además, cuenta con la inestimable ayuda de los independentistas, que tienen todo gris excepto el cerebro y a cada bronca que montan a los de extrema derecha, más votos les dan.
Como Abascal saque un buen resultado en Cataluña, puede significar su consolidación nacional en detrimento del PP y eso puede interesar a los separatistas e incluso a Sánchez a corto plazo, pero no a España a largo.
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