Opinión

Perdón por todo

Muchachos (¿es legal aún decir, proferir, semejante palabra?): sepan que no podrán acercarse a una chica (a una persone) si no lo hacen en presencia de un notario o notaria

Esta columna no tiene otra razón de ser que pedir perdón, perdón por todo, pero sobre todo por “ser”, porque hay que pedir perdón a todos, todas y todes. Hoy el delito, la infracción y la culpabilidad consisten en infringir un orden que trasciende el comportamiento y la conducta. Ahora el pecado o el delito residen en el “ser” (ser de derechas, ser blanco, ser empresario…); en este templo a la indignación en el que se ha convertido el mundo no se prohíben las acciones, sino que se sancionan las personas. En España, las procesiones de Semana Santa serán canceladas, pero no los penitentes (que cada pijo, aguante su cruz).

Se impone la neo lengua, basándose en el principio de que lo que no forma parte del vocabulario legal, no puede ser pensado y la ubicua policía del pensamiento practica ya la vigilancia masiva y la represión.

Muchachos (¿es legal aún decir, proferir, semejante palabra?): sepan que no podrán acercarse a una chica (a una persone) si no lo hacen en presencia de un notario o notaria que certifique su género.

Si bien se reconoce mujer o al menos hembra humana, su consentimiento para mantener alguna clase de relación íntima con ustedes, depredadores a reducir, Natural Born Killers, constituye un arcano al que no podría acceder ni Harry Potter en sus días de mayor inspiración. Los hombres heterosexuales ¡Discúlpense todos antes de que sea demasiado tarde!) van camino de ser encerrados en el armario y bajo llave porque, aquí y ahora, son culpables de todo lo que ocurra hasta que no se demuestre lo contrario. Y en grupo, mucho peor, las personas heterosexuales de sexo masculino, ¡¡manada presunta!!, mejor que no se junten en grupos de más de dos unidades, sin lamentarse por ello.

Los intelectuales pidan perdón o serán aniquilados; el Arte y los artistas morirán (puede que físicamente) puesto que en el Arte es consustancial la rebeldía y el cuestionar la sociedad y el sistema con los que nadie podrá estar en desacuerdo.

En cuanto a la infracción del “ser” tampoco aparece definida de manera nítida, a veces consistirá en una opinión, una manera de pensar, otras, en los amigos que uno frecuente, la ropa que uno vista, sus gustos gastronómicos y hasta el perfume que utilice (también si no lo usa). En el siglo XXI, que verdaderamente comienza tras la pandemia, la hegemonía les pertenece a aquellos a los que principalmente les mueve la indignación. Mostremos pues la debida contrición.

Lo cierto es que nos encontramos en un punto análogo a cómo estaban los seres vivos antes de que Dios (según las Escrituras) ante tanta estulticia sin visos de mejora, diera un puñetazo en la mesa y dejara caer el diluvio universal (parecido a la Covid y la nevada, ¿saben? Pero más chungo).

Precisamente el ministro de Interior francés, Gérald Darmanin, ha afirmado en una entrevista en la cadena de televisión C News que “los seguidores del evangelio son un problema muy importante” ¿Se ha acabado el tiempo de la “laicidad calmada”? se preguntaba el Diario Protestante Digital.

Paralelamente esta semana saltaba a los medios, como un piojo, que en los hospitales ingleses los servicios de maternidad pasarán a llamarse servicios perinatales; para sorpresa de cualquiera, la palabra “Madre” o “mamá” dejará de utilizarse por inapropiada y en su lugar se dirá progenitor o progenitora gestantes; la leche materna, desde ahora, se llamará leche humana (un poco embarazoso decir “leche de hombre”, ¿no?)....

El pecado de ser lo abarca todo, y eso incluye naturalmente las plataformas de streaming que ya censuraron Lo que el viento se llevó (aprovecho para pedir perdón porque me gusta) acusándola de racismo, cuando simplemente describe una época y un lugar que efectivamente lo fueron; pero ¡enciendan el televisor! Y pongan, por ejemplo, los Bridgerton, una serie supuestamente histórica, del periodo Regencia en Londres donde encontrarán una reina de Inglaterra de color (o no de color blanco) en un alarde infantilísimo de progreso (lo llaman casting inclusivo). Pero ¿desde cuándo falsificar la Historia es evolución? Para los que la conocemos, este adanismo severísimo no digo que signifique mucho, más allá de contemplar un puñado de escenas artificiosas plagadas de figuritas representantes de la moral contemporánea (lo cual no estaría del todo mal). El problema son los jóvenes, a los que va dirigida, con arreglo al nivel del guioncito. Me pregunto qué idea de la Historia y la ganancia antropológica estamos inoculando en los menos preparados.

Si usted, apreciado lector, está en contra del aborto o de la eutanasia, porque es cristiano (bajo sospecha) o simplemente porque se inclina por la vida, no lo dude y únase a esta penitencia enérgicamente, sin más dilación: arrodíllese y pida perdón.

Si está a favor del matrimonio, de la familia, no se le ocurra hacer apología de semejantes monstruosidades intelectuales: rectifique, aflíjase, laméntelo, recapacite y pida, junto a nosotros, perdón.

Si tiene un apellido largo o histórico, es tiempo de abjurar, de desdecirse, arránqueselo como una rémora si quiere ser considerado un individuo civilizado y, por último, pida perdón.

¿Fuman ustedes? ¡Desdichados! ¡pidan perdón! Pero, sobre todo, díganme que no votan a VOX, ¡díganmelo! Porque el “buen odio” a Vox en España es religión, políticamente correcto, noción de prestigio, marcador evolutivo.

No sean soberbios, ni vergonzosos, ni dignos y pidan perdón conmigo, de lo contrario beberán cicuta como Sócrates o se les condenará al ostracismo.