Opinión

Otro marzo

Parece que fue ayer marzo de 2020. Y ya había pandemia. Pero recuerdo nuestra ingenuidad ante el desastre. El día ocho bajé con la manifestación por la Gran Vía, todo fiesta. Yo iba al microteatro de la calle Loreto y Chicote a ver el estreno de una obra mía, y a la salida compartí un cubata con una amiga que se extrañaba de no tener gusto ni olfato. Al poco nos confinaron. Otro marzo ha llegado, y esta vez ya sabemos algo más. Por eso no comprendo los conflictos politiqueros para salvar sucesos varios, ahora la manifestación feminista. Hay que salvar a las mujeres y su dignidad. Y eso es cosa de todos los minutos de cada día. Hacer ahora manifestaciones es un disparate. Hagamos miles de actos pequeños, públicos y privados, en donde se exija política y poéticamente la igualdad. Todavía no existe, queridos. Todavía en este país nuestro estamos a un treinta-setenta en la mayoría de los ámbitos de poder. En el trabajo doméstico, durísimo y esencial, el porcentaje es inverso. Son ellas en el 70% las que sostienen el ajetreado hogar. Los cambios son lentos, más aún cuando la resistencia es tan feroz. Pero ya no hay marcha atrás. Nadie en su sano juicio puede pensar que las mujeres somos inferiores. Sin embargo, nosotras también hemos de seguir aprendiendo. Revisando ideas y modos. Hablo de no entrar en peleas de gallos que no nos pertenecen. Hablo, por ejemplo, del falso debate trans fruto del desconocimiento. Hay que seguir luchando, claro, pero desde nuestra mirada empática y creativa. Nuestra autentica fuerza para hacer mejor el mundo.