Opinión

Rasputín y el Zar en Miraflores

Parecería razonable obtener de nuestros gobernantes estabilidad institucional

El terremoto político con hipocentro en Murcia, parecería provocado por un killer en funciones de asesor del zar Pedro (el Grande), cual aúlico Rasputín; y promete réplicas de variable intensidad en la «escala de Richter política», durante casi 50 días, hasta el 4-M. Provoca estupor e incluso indignación en unos ciudadanos que tienen la sensación de estar gobernados por irresponsables zascandiles, que se dediquen a promover iniciativas como las que se están produciendo.

Vivimos en un país en estado de alarma permanente, amordazado, sometido a toque de queda y a un confinamiento que por segundo año consecutivo suspende las Fallas en Valencia, impide las procesiones de Semana Santa, e incluso disfrutar de unos días de asueto fuera de la autonomía de residencia, para los que se lo puedan permitir.

En las actuales circunstancias, parecería razonable obtener de nuestros gobernantes estabilidad institucional, sosiego y consenso político, requeridos más que nunca para corresponder, cuando menos, a la confianza que esperan de nosotros los financiadores de la necesaria recuperación económica y social.

En lugar de eso, damos al mundo el espectáculo de unos dirigentes que se entretienen en maniobras de salón para derrocar gobiernos mediante tránsfugas y provocar elecciones anticipadas, a las que su vicepresidente y socio se presenta con una arenga como si estuviera en la Venezuela de Maduro y aspirara a conquistar Caracas. Pocas cosas nos suceden para lo que tenemos: españoles en paro, confinados e insomnes, mientras el Zar y su Rasputín duermen plácidamente en Moncloa, creyendo estar en Miraflores.