Opinión

La humillación del PSOE y Ciudadanos

Arrimadas y su equipo no controlan la organización territorial de su partido

Este miércoles concluía uno de los mayores esperpentos políticos de los últimos años. El PSOE y Ciudadanos hicieron un gran ridículo al presentar una moción de censura en Murcia que fue derrotada gracias a la dignidad de cuatro diputados que no quisieron incumplir el pacto de coalición frente al lamentable comportamiento de los otros dos que renunciaron a los principios con tal de conseguir beneficios personales. La izquierda ha querido descalificar a los primeros llamándolos tránsfugas, cuando, en realidad, se limitaron a ser coherentes. Arrimadas aseguró a los socialistas que se podía debilitar al PP quitándole Murcia así como otras comunidades y ciudades. Era una estrategia para confluir finalmente en el gobierno recibiendo una vicepresidencia y un par de ministerios como premio por los servicios prestados a la causa de Sánchez. Una vicepresidencia es siempre una gran tarjeta de visita profesional una vez que se deja la política. La experiencia nos demuestra que se puede ir a un despacho de abogados o a los consejos de las empresas ansiosas de lobistas, asesores o, simplemente, buenos amigos. Algo muy razonable y transparente. No tengo ninguna objeción.

Una vez constatado que Ciudadanos no tiene futuro, pensaron que la mejor salida era quitarle todo el poder territorial que pudieran al PP y recibir, como buenos sucesores de Judas Iscariote, las 30 piezas de plata. En este caso, la retribución eran presidencias de comunidades autónomas, consejerías, alcaldías y ministerios. No hay duda de que nos han ofrecido una encomiable lección de ética. Este enorme botín les abría a todos ellos unas magníficas salidas profesionales como «ex» en Madrid o en sus respectivas capitales de provincia. El PSOE siempre ha sido generoso con los traidores, pero la operación salió mal porque Arrimadas y su equipo no controlan la organización territorial de su partido. Ni siquiera estoy seguro de que lo hagan con la sede de la calle Alcalá. El fracaso de Murcia ha sido el pistoletazo de salida para que asistamos a un estrepitoso «sálvese quien pueda» que será más espectacular tras la celebración de las elecciones en Madrid. El problema es que el interés por integrar a los dirigentes de Ciudadanos disminuye con el paso del tiempo. Es un valor a la baja, aunque lo más inteligente para el PP sería no hacer ningún movimiento. Es una fruta que caerá madura sin otro esfuerzo que asistir a la crisis que se producirá el 4 de mayo.