Política

Iglesias solo consigue un 95,48

Hay indignación generalizada en el equipo de Pablo Iglesias por el resultado que ha obtenido su candidatura madrileña entre los inscritos. No entiende que el amado líder no consiguiera el 100 por cien de los camaradas. Ha sido terrible constatar que solo le apoyan un 95,48. Esa desafección muestra que la crisis es enorme. Hay un 4,52 que no le respalda y que son, nada más y nada menos, que 607 frente al apoyo de 12.800 fieles. Esto muestra que no es suficiente para conquistar el cielo. No es fácil entender por qué esos 607 disidentes no apoyan el enorme sacrificio del gran timonel que abandona la vicepresidencia y el escaño para enfrentarse a la derecha, como si fuera San Jorge contra el dragón. Es el segundo contratiempo tras no conseguir la sumisión de Errejón y Más Madrid. Uno de los problemas graves que tiene Podemos es que existe un hiperliderazgo de corte caudillista, porque ha ido desapareciendo cualquier figura que pudiera actuar como contrapeso. Los que forman parte de su entorno reconocen que es difícil asumir cualquier escenario donde no esté el «padre fundador» y, por tanto, asumen sus decisiones sin ningún atisbo de crítica o cuestionamiento.

La verdad es que siempre, ironías aparte, me ha resultado sospechoso que alguien saque un porcentaje tan abrumador, aunque no me sorprende porque es característico del comunismo y de cualquier tipo de régimen autoritario. Hay que reconocer que las encuestas recogen que la irrupción de Iglesias ha servido para revertir el desastre al que se encaminaba su partido con paso firme y seguro. La cuestión es saber si los pocos escaños que se anuncian le salvarán de la debacle. Por una parte, el líder no tiene ninguna preocupación por el futuro porque cuenta con una proyección que le permitirá dedicarse a las tertulias, las conferencias y el activismo. Ahora juega en otra liga, incluso si no consiguiera superar el 5 por ciento.

Desde el 15-M hasta ahora, la realidad es que el balance de Podemos, más allá de las ventajas y ascensos que han conseguido los amigos del líder, es muy escaso. En el caso de Madrid, los éxitos se han adjudicado al fenómeno Carmena y la ruptura final ahonda en esta idea. Lo mismo sucede con Colau en Barcelona o Compromis en Valencia. Iglesias no tiene nada que ver. Por tanto, cuál es la aportación duradera de Iglesias y Podemos. La respuesta es muy clara.