Opinión

El cuaderno de Chapu Apaolaza: Galletas con forma de Gabilondo

Ojalá galletas con forma de científico o de político.

Paseo por el campo con los perros más allá de los caminos junto a la gran ciudad y su carga decisiva. Entre la ciudad y el campo se extiende una tierra de nadie en la que uno no está ya en la ciudad y todavía no ha llegado al campo. Paseo por esa zona difusa y fronteriza. Los perros cazan sin demasiado empeño. Ahora buscan el rastro de la perdiz, ahora se entretienen con la culebra o la lagartija y se sorprenden con la torcaz que arranca ruidosa de entre la copa del pino. O de pronto se pierden saltando entre las flores como llevados por un impulso insensato. Las plantas silvestres prenden unas entre las otras: el cardo, la pamplina, la ortiga empequeñecida entre las demás, la cerraja de tallo hercúleo y fresco, y la achicoria que pronto ofrecerá sus flores de levísimo color violeta como una tristeza pasajera. Los jaramagos ya me llegan por la cintura y por entre el pasto, las liebres echan a correr lentas, torpes y gordas como burros.

En esas me he acordado de que los veganos franceses quieren prohibir las galletas con formas de animales. No es que no podamos comer animales, es que no podemos comer cosas con forma de animal. Todas las religiones definen su comida tabú, por qué no iba a hacerlo el animalismo. Se supone que si uno come una galleta con forma de león está siendo irrespetuoso con la fauna. O tal vez estaría contribuyendo a que se extinga el león. Si las galletas de dinosaurios fueran dinosaurios, mis hijas ya los hubieran extinguido por segunda vez. A los veganos les parece ofensivo que se coma una galleta con forma de animal; qué no les parecerá cuando sepan que en Madrid está de moda merendar el ‘pollofre’, que es un gofre con forma.

Ochenta y dos asociaciones que representan a 200.000 científicos han pedido al Gobierno que no pare la vacunación. Ojalá galletas con forma de científico o de político. Galletas con forma de Ayuso, por ejemplo, las galletas favoritas de los expertos en demoscopia: cuestan un Zendal. O galletas inspiradas en la tinaja de la piscina de la Moncloita de Galapagar. Galletas con forma de Gabilondo, serias, filosóficas, de alegría moderada; se llamarían Happylondos. Y por supuesto, las galletas con forma de Bal. Dirá la campaña que le gustan a todo Edmundo. En Ciudadanos ya no huele a leche como cuando sacó el cachorro Albert Rivera. Ahora huele a galleta.

Puedes escucharlo también en Onda Cero