Política
Los años infernales
Mucho retroceso pero un candidato a la Comunidad, Pablo Iglesias, quiere «elementos de control» para la prensa
Confieso mi estupor ante el manifiesto «Ahora sí», que pide «sacar» a la «derecha y la ultraderecha» del gobierno de Madrid después de «26 infernales años de atentados contra los derechos y la dignidad de la mayoría ciudadana». Hay otra mayoría, la que votará por Ayuso. Pero no es ciudadana. Advierten los abajo firmantes, entre los cuales hay gente a la que quiero y admiro, del «trabajo depredador de la ultraderecha», del «retroceso histórico», de una «pesadilla en toda regla», de «cortar en seco el avance del fascismo» y de que «nos jugamos la democracia y la libertad». Qué infierno. Qué hecatombe del Estado de Derecho. Qué gulag o similar con apariencia democrática y buenas notas de los organismos que controlan la calidad democrática de las naciones porque los de siempre, los de arriba, ellos, controlan el cotarro, el relato, nos tienen «anestesiaos», tía, o sea, y maquillan el fascismo. Pero avanza imparable la carcoma agonística y nuestros concienciados centinelas no dicen ni mu de la operación de acoso y derribo contra el escritor Javier Cercas. Tampoco acostumbran a opinar sobre el uso partidista de las instituciones en Cataluña (manifiesto de rectores, uso de TV3, colonización de los edificios públicos con simbología). No protestan por el atropello que supone que durante décadas nadie hablara en castellano, lengua materna de la mayoría de los catalanes, en el parlamento, la televisión y las instituciones autonómicas. Tampoco les preocupa que en el País Vasco el relato etnicista opere como el líquido embrionario del que nadie escapa o que quienes apostaban por el asesinato ya sean la segunda fuerza política mientras rinden aurreskus de sangre a unos psicópatas. Qué decir del retroceso de las libertades en España, según informe presentado por el gobierno Biden, de la «violencia y acoso» contra la información y la libertad de prensa por parte del Gobierno y de los «múltiples informes de ataques verbales de funcionarios del gobierno a determinados medios de comunicación y periodistas específicos». Mucho retroceso y mucha pesadilla (en la cocina) pero un candidato a la Comunidad, Pablo Iglesias, quiere «elementos de control» para la prensa. Lo hemos evocado en otras ocasiones y bien está recordarlo de nuevo: en 1977 las termitas de la Constitución pedían abstenerse (PNV) o votar en contra (ERC, Euskadiko Ezkerra, Herri Batasuna, Falange Española de las JONS, Fuerza Nueva, Alianza Foral Navarra, la Unión Carlista y el Partido Comunista de España (marxista-leninista), germen del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), organización terrorista donde según Iglesias militaba su padre). La caverna sigue donde entonces. Que bauticen el renovado engendro de progresista, cuando estamos ante una ensoñación antiliberal que suma el aventurismo con las proclamas románticas y el descrédito de la igualdad ante la ley y la lucha contra la redistribución, y cuando todo son triunfales evocaciones de un frentepopulismo de cartón piedra y una defensa de los foros y coros tribales y los plurales sentimientos nacionales, resultaría banal si no fuera porque las palabras pesan. Los chanantes manifiestos de hoy sirven como antesala de una confederación de aldeas escasamente racionalista, democrática e ilustrada.
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