Pablo Iglesias

Iglesias, de profesión «ex»

El único personaje que permanece vivo entre tanto «ex» es el «revolucionario», ya que le gustaría ser Mao, Lenin, Castro, el Che Guevara o Chávez pero no remata

El exvicepresidente, exdiputado, exeurodiputado, exprofesor interino, exprofesor asociado y, si consigue salir, no tardará en ser exdiputado autonómico, tiene un mantero en su vida. La verdad es que Iglesias no ha dedicado demasiado tiempo a ninguno de esos trabajos y no es consecuencia de una precariedad laboral estructural, sino de una interesante pauta de comportamiento. La parte política es consecuencia del aburrimiento en los cargos que ocupa, la otra me desconcierta porque todos hemos sufrido interinidades.

Tengo un compañero, que es uno de los juristas más prestigiosos de este país, que siempre me decía irónicamente «no intentes ganarme que estuve nueve años como profesor titular interino en la Complutense». No hay duda de que es una persona inteligente y preparada, con una vocación periodística extraordinaria que canaliza con sus programas y, antaño, en su participación en las tertulias. Le gusta el activismo político y no soporta las críticas. Tiene la obsesión de que todos están en su contra, que no le entienden y que la malvada derecha, el sistema y los medios de comunicación quieren acabar con él.

El único personaje que permanece vivo entre tanto «ex» es el «revolucionario», ya que le gustaría ser Mao, Lenin, Castro, el Che Guevara o Chávez pero no remata y su «larga marcha» o su «Sierra Maestra» se limita de Vallecas a Galapagar. Es verdad que no es un tenaz luchador en favor de la clase proletaria, sino un «revolucionario» de la barra de bar de la facultad que es donde se diseñan las grandes transformaciones del mundo.

Todo se limita al clásico dicho de «mucho ruido y pocas nueces». Este activismo es el que le lleva a colocar en su lista al presidente de un sindicato de manteros, una actividad ilegal que atenta contra el derecho de propiedad y perjudica a empresas y trabajadores. Es un ciudadano español y como es obvio se puede presentar. Me parece muy bien que sea un inmigrante que ha triunfado en nuestro país, porque muestra que seguimos siendo una tierra de oportunidades.

Lo que resulta delirante es que sea el líder de los manteros y que a los medios de comunicación y los periodistas les parezca algo normal. El problema es que todos tienen miedo de ser acusados de ser racistas y prefieren caer en el buenismo pijo progre. Lo importante es que los empresarios, trabajadores y comerciantes tomen nota de que el apoyo a los manteros sería parte de la política de Iglesias si gobierna Madrid.