Feminismo

De hijes y ferias

El libro “Feria”, que se ha convertido en un bestseller del boca oreja es, al final, una oda a cosas tan antiguas y blasfemas como la familia, la tradición, el clan, la propia tierra y el luchar por todo ello.

Esto de los “hijes” o los “niñes” es mucho más que una batalla gramatical, es una lucha de poder. Las terminaciones en “e” pretenden demostrar que los conceptos “hombre” y “mujer” están superados, que uno es del sexo que le da la gana y, si lo desea, no elige sexo. Parece todo muy liberador... el problema es que es mentira.

El relativismo permitirá en breve la poligamia (por ahora lo llaman relaciones abiertas) o la zoofilia (cuando se “liberen” las pasiones animalistas, por ahora “reprimidas”), pero nada de esto está llamado a prosperar, en la medida en que no es natural ni real ni bueno. Comprendo que las categorías que manejo (realidad, verdad) están completamente obsoletas para el discurso políticamente correcto, pero los hechos son tozudos y se impondrán inexorablemente.

Hay ya algunas grietas, alguna voz que empieza a atreverse a señalar que el emperador está desnudo. Una de ellas es el libro de Ana Iris Simón, una excelente novelista “milenial”, nacida en 1991, que se ha atrevido a denunciar que la vida de su generación es un cagorro. Y precisamente por culpa de lo políticamente correcto. Ana Iris ensalza a nuestra generación, la de los padres que tuvimos hijos porque teníamos edad para ello, trabajamos para darles de comer y nos hipotecamos para tener un techo para la familia. Desvela que su generación, por el contrario, ni tiene casa, ni tiene matrimonio, ni tiene hijos, y ha sido engañada por quienes aseguraban que, para ser feliz, lo importante era “no atarse”: hacer un Erasmus, viajar mucho y no “encadenarse” a los ritmos biológicos de la reproducción. El resultado -afirma- es que “ni tenemos hijos ni casa ni coche. Sólo un iphone y una estantería del ikea, porque no podemos tener más”. El libro “Feria”, que se ha convertido en un bestseller del boca oreja es, al final, una oda a cosas tan antiguas y blasfemas como la familia, la tradición, el clan, la propia tierra y el luchar por todo ello. No es un libro excluyente, pero tampoco un libro mentiroso. Es una bocanada de realismo revolucionario.